De todo el sinsentido que ha supuesto el plan separatista catalán, cuyo objetivo es la secesión de esa parte de España violando para ello la legislación vigente y borrando, con mucha propaganda basada en mentiras, siglos de historia común, podemos extraer algunas lecciones positivas.

Frente el desafío al sentido común y las leyes, perpetrado por las instituciones controladas por los secesionistas, una parte importante del Pueblo español se ha movilizado de forma sorpresiva porque no era de esperar, acostumbrados como estábamos a su atonía generalizada respecto a otros problemas importantes que aquejan a nuestro País.

Y cada uno lo ha hecho de la forma en que ha elegido: retirando sus ahorros de las entidades financieras que coquetearon con los separatistas, asistiendo a convocatorias en favor de la Unidad nacional y llenando de banderas españoles muchos muros, postes, ventanas, azoteas y balcones de múltiples viviendas, a lo largo de toda la geografía peninsular e insular. Cualquier cosa es válida para expresar la disconformidad de los españoles con unos sediciosos que quieren romper nuestra unidad y convivencia.

Pero… ¿y si mantenemos las banderas expuestas al viento y al sol de España para mostrar nuestra indignación, no sólo con el separatismo?

Los españoles tenemos muchos motivos para rebelarnos contra una casta política que ha cosificado a los trabajadores, hasta degradarlos a meros instrumentos en la relación laboral. Poseemos razones para indignarnos frente a quienes nos han robado el futuro, el sueño de dar a nuestros hijos una vida mejor que la que vivimos nosotros. Somos rebeldes con causa frente a quienes han convertido nuestra democracia en un medio de colocación de mediocres y corruptos que, en la vida civil, no ganarían ni por asomo lo que obtienen ejerciendo de políticos profesionales.

Y así hemos visto como, además de todo eso, han estado a punto de romper España, de trocearla para seguírsela repartiendo. Pues no, plantémosles cara, hagámosles frente mostrando los colores nacionales. Porque esa Bandera representa nuestro deseo de seguir juntos, de trabajar, hombro con hombro, por un futuro mejor donde nos respetemos sin importar la ideología o el credo que profesemos. Esa bandera es la de nuestra libertad y, por tanto, ha de ser el símbolo de nuestra rebeldía.

Antonio Pérez Bencomo
Secretario General de Falange Auténtica

Publicado en La Tribuna de Cartagena el 6 de noviembre de 2017.