Madrid acogió ayer una multitudinaria manifestación en defensa de la familia y en contra del contenido la reforma legislativa del matrimonio emprendida por el actual gobierno, una convocatoria que contó con la presencia de militantes de nuestra organización. Falange Auténtica quiso acudir a esta cita porque, aunque no comparte todos los planteamientos de algunas de las organizaciones adheridas, sí coincide en el núcleo esencial que motivó la convocatoria y que fue el aglutinante de esta movilización popular: la defensa de una institución que es básica en nuestro tejido social.

Quede claro que no nos manifestamos contra nadie. En FA no se hallará una postura homófoba, porque apostamos, desde la dignidad y a la libertad humana, por el respeto. Consideramos que es perfectamente admisible que las convivencias estables de personas del mismo sexo sean reguladas, estableciendo los derechos y deberes que procedan. No nos parece justificable, sin embargo, que eso se quiera hacer bajo la cobertura de una institución –el matrimonio- que está perfectamente definida y que se ha consolidado desde hace muchos siglos, en la legislación y en la realidad social de todos los países occidentales, entre los que con la pretendida reforma legal pasaríamos a convertirnos en una excepción.

Tanto el PP -que se negó reiteradamente a ser sensible a esta realidad social y no la reguló de ninguna manera, aunque ahora tardíamente se muestre decidido partidario de las uniones civiles-, como el PSOE -que ha hecho de esta materia un simple elemento electoralista y ha dado precipitadamente un paso innecesario-, han venido olvidando que no es incompatible legislar y, a la vez, hacerlo sin meter a nadie el dedo en el ojo, buscando previamente el consenso social. Que se puede dar respuesta a las demandas y necesidades que plantean las distintas formas de convivencia, pero que para ello no hay por qué distorsionar una institución que posee un fuerte arraigo social y cuyo contenido –etimológico, legislativo, cultural, histórico...- hasta ahora era inequívoco.

Respecto a la adopción, creemos que no puede considerarse nunca como un "derecho del adoptante, con independencia de cual sea la situación familiar o la orientación sexual del mismo. La adopción es una institución que debe ordenarse siempre en beneficio del adoptado. No debería olvidarse que el referente paterno y materno está considerado como fundamental para el desarrollo del menor y así está implícito en la Convención de Derechos del Niño de las Naciones Unidas. Es cierto que en nuestro país el debate de si la adopción debe responder siempre a esa situación "ideal o caben otras fórmulas está abierto, a partir del reconocimiento legal de la adopción individual, que contradice ese doble referente y que, si embargo, ha sido poco cuestionada. En todo caso, los estudios (psicológicos, sociológicos, pedagógicos, etc) irán definiendo cuál es la mejor manera de regular la institución. Pero lo cierto es que cualquier posible modificación debería afrontarse siempre con prudencia y tras un debate científico, político y social riguroso, sin que tenga que establecerse en torno a cuestiones tan delicadas una absurda carrera de gestos o de pseudoprogresismo.

La familia, todas las familias, todos los modelos familiares, son dignos de protección pública. Las mujeres de Falange Auténtica presentes en la marcha portaron cartelones con un simpático y llamativo lema: "Yo también quiero ser noruega. La explicación es sencilla: este país de la Unión Europea, en lugar de alimentar enfrentamientos o de poner en tela de juicio las instituciones sociales, ha optado por centrar sus esfuerzos en articular políticas efectivas de apoyo a la familia, a los menores, a la conciliación de la vida familiar y laboral, y por generar una conciencia social sensible a estas importantes cuestiones. En Noruega, según publicó recientemente la revista Yo Dona que se distribuye los sábados con el diario El Mundo, existen bajas de maternidad de 10 meses con salario íntegro o de 12 meses con el 80 % del salario. De este tiempo, 4 semanas corresponden íntegramente al padre, para buscar su implicación. El permiso de lactancia para madres trabajadoras es de dos horas diarias. Cada progenitor tiene derecho a 15 días al año para quedarse al cuidado de un hijo enfermo. Los horarios son flexibles para adaptarlos a las necesidades familiares, con un núcleo fijo (de 9 a 3) y una parte de jornada variable que el propio trabajador distribuye en función de sus necesidades. Existen guarderías fuertemente subvencionadas y una ayuda económica de 447 € mensuales hasta que el niño cumple los tres años para padres que deciden críar a sus hijos en casa. La tasa de empleo femenino en Noruega es del 77 % frente al 477 % de nuestro país y el índice de fecundidad es de 18 hijos por mujer frente al 12 de España. En un reciente estudio del Foro Económico Social Noruega ocupaba el 2º lugar en igualdad de sexos, frente al puesto 22 que tiene España. Este sistema social, que comenzó a vertebrarse hace treinta años, constituye uno de los orgullos de los noruegos, que tienen claro que en su modelo social y legislativo es compatible la vida familiar y laboral. Esto son las políticas de igualdad y de conciliación que desde F.A. reclamamos para nuestro país, en lugar de estar centrados en los debates huecos -fuertemente bipolarizados  y sin espacio para el término medio o para el matiz- que genera continuamente el Gobierno Zapatero. Desde hace más de un año, todo el país está más enzarzado en el ruido que en las nueces, en unos debates que no existían en la sociedad –sea la reforma de los Estatutos de autonomía, la negociación con los terroristas en el caso hipotético y no previsible a corto plazo de que dejaran las armas, el archivo de la Guerra Civil, la retirada de símbolos del pasado o la modificación de la institución del matrimonio- y que han sido generados artificialmente. Mientras se promueven tales focos de atención, alimentando problemas que no existían, se consigue a la vez que no nos fijemos en la ausencia de política social, educativa, económica, sanitaria o de vivienda.

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