Pasan los años, las lecturas, la vida y uno no termina de entender como todavía quedan personas que disfrutan celebrando el 18 de julio, que no es otra especie que el comienzo de una de las canalladas más atroces de la historia de España. Hermanos disparando contra hermanos, hambre, desolación, bajeza, vesania y soledad. Sobre todo vesania y soledad.

De los que ganaron, algunos siguen pensando que al terminar la guerra lo que estalló fue la paz. ¿Que paz?, ¿para quienes?. Ignorantes confesos de una tremenda represión y ajuste de cuentas que si bien fue reduciéndose con el correr de los años, tampoco trajo un mínimo de libertades y derechos básicos propios de cualquier democrácia - en lacerante coherencia, pues tampoco lo era-.

De los que perdieron, algunos otros siguen enrocados en una ingenuidad delirante que les lleva a pensar que la República fue un paraiso terrenal en el que todos podían expresarse y actuar en libertad, ignorando persecuciones religiosas, delaciones, chekas y pensando, en su candidez, que la madre Rusia, de haber ganado ellos, no hubiese pasado su estalinista factura por los servicios prestados.

Como marco coreográfico unas potencias mundiales que vinieron "de maniobras" a probar sus estrategías de muerte tanto mecánicas como éticas. No es disparatado afirmar que la Segunda Guerra Mundial comenzó en España.

Con todo esto resulta sorprendente comprobar como muchas de las personas que tuvieron la desgracia de vivir en primera persona este apocalipsis están dispuestas a perdonar y pasar página (algunos que se ofrecieron a acabar con esa barbaridad pagaron con su vida y terminaron implorando que fuera la suya la última sangre que se vertiera en discordias civiles), mientras que generaciones posteriores gustamos de regodearnos en la cienaga, con la comodidad de aquel al que le pilla lejos, con la arrogancia del soldado de primera linea y la desvergüenza de afirmar hacerlo "en nombre de ellos".

Dejemos pues que todo esto se convierta en historia y se encarguen de ella los historiadores -desgraciadamente aqui también hay frentes, banderías y enconos- y aprendamos la lección para que nunca jamás vuelva a repetirse, borrando de nuestras cabezas semejante fecha.

Por la Patria, el Pan y la Justicia.

 


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