Miguel Ángel Loma

Con motivo de las revueltas y manifestaciones montadas a principio de febrero contra la Ley Orgánica de Universidades (LOU), un grupo de matriculados universitarios, con apariencia y modos de kale borroka, asaltó el Rectorado de la Universidad de Sevilla. En el asalto destrozaron a golpes de barras de acero una puerta del siglo XVIII (¡abajo las antigüedades que obstruyen el camino de la libertad!), se llevaron por delante a los agentes de seguridad y accedieron hasta el despacho del rector, donde derribaron la bandera nacional e hicieron artísticas pintadas por las alfombras. Finalmente y valiéndose de bancos de madera irrumpieron violentamente en la sala de juntas de gobierno; el rector pudo escapar por una puerta trasera... Las imágenes de aquel espectáculo abrieron muchos telediarios nacionales (con perdón) y autonómicos.

A cinco de estos fogosos chicos y chicas se les abrió un expediente cuya fase de instrucción ha concluido ahora con la propuesta de expulsarles a perpetuidad de la Universidad de Sevilla.

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José Manuel Cansino

Una parte no desdeñable de las mañanas de sábado de mi infancia consistieron en largas visitas al Cementerio de San Fernando (Sevilla) al que mi madre nos llevaba a "visitar" a un tio mío que lo acababa de llamar el Altísimo en plena mocedad. Las oraciones, las flores (que duraban el tiempo de la visita pues inmediatamente después eran recicladas por los floristas y vueltas a ofrecer a los visitantes), el adecentamiento de la tumba y las lágrimas vertidas desde las entrañas de una mujer rota se sucedieron durante años hasta que la pérdida se fue encajando a base de esperanza en la vida eterna y a fuerza de reconocer que no había otra que aceptar la voluntad de Dios por inexplicable que resultara. Las visitas y las oraciones eran el homenaje –muchas veces tardío- a los seres queridos en una sociedad en la que todavía la familia era la familia. Esta manera de honrar a los difuntos también la conocí en otro Camposanto (el de San Antonio, en mi pueblo) en el que en los días previos al comienzo de noviembre mis tías nos enseñaban las tumbas de nuestros parientes a modo de peculiar árbol genealógico que uno se apresuraba a retener en la mente y del que formaban parte bisabuelos, tatarabuelos, hermanos de los primeros y los segundos, parientes en general cuyas lápidas se afanaban en limpiar con intensidad decreciente a medida que el parentesco se alejaba.

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Miguel Ángel Loma

En una monarquía parlamentaria como la española, pocas obligaciones se le exigen a un monarca que por prescripción constitucional es inviolable e irresponsable (bueno, la Constitución dice que su persona "no está sujeta a responsabilidad", que suena mejor). Menos aún se le exige al Príncipe heredero. Prácticamente una sola cosa: que se empareje adecuadamente y provea de sucesión a la Corona, por aquello de asegurar la continuidad biológica de la institución, que, según algunos, es una de las ventajas que ofrece la monarquía frente a otras formas de Estado más plebeyas. El cumplimiento de esta gozosa servidumbre por el joven Príncipe comienza a demorarse demasiado, preocupando a algunos padres de la patria, que no quieren ni pensar lo que podría ocurrir si por causa de un malhadado suceso desapareciera nuestra altísima majestad, y operara la sucesión a la Corona en la dinastía Marichalar.

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Por Naomi Klein
Publicado en EL GRANO DE ARENA, ATTAC n°162. 21/10/2002

La globalización, se dijo, rompería barreras -de comercio, comunicación, prosperidad. En realidad, argumenta Naomi Klein, ha construido nuevas, represivas y enajenantes. Pero podemos abrir las ventanas - si sabemos como.

Hace unos meses, mientras hojeaba mis recortes buscando una estadística perdida, note un tema repetitivo: la valla. La imagen venía una y otra vez: barreras separando personas de anteriores recursos públicos, separándolos de la muy necesitada tierra y agua, restringiendo su movilidad para cruzar fronteras, para expresar disensión política, para manifestarse en las calles, incluso evitando a los políticos promulgar sus políticas que dan sentido a la gente que los eligió.

Algunas de estas vallas son difíciles de ver, pero existen de la misma forma. Una valla virtual crece en los colegios en Zambia cuando una "tasa para usuarios de la educación" es introducida por el aviso del Banco Mundial, sacando del alcance de la educación a millones de personas.. una valla crece alrededor de las familias granjeras en Canadá cuando la política gubernamental cambia la agricultura de pequeña escala en un artículo de lujo, inalcanzable en un paisaje de caída de precios en materias primas y granjas-factoría. Hay una valla real pero invisible valla que crece alrededor del agua potable en Soweto cuando los precios suben como un cohete debido a la privatización, y los residentes son forzados a tomar fuentes contaminadas. Y hay una valla que crece alrededor de la misma idea de democracia cuando el Fondo Monetario Internacional pide a Argentina que reduzca el gasto social, privatice mas recursos y elimine el apoyo a la industria local, para acceder a sus prestamos, todo en medio de una crisis económica profundizada por estas mismas políticas. Estas vallas, por supuesto, son tan viejas como el colonialismo. " Tales operaciones de usura ponen barrotes alrededor de las naciones libres," Eduardo Galeano escribió en "Las venas abiertas de América Latina". Se refería a los términos del préstamo británico a Argentina en 1824.

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Por Pedro Miguel López Pérez, Sociólogo.

Con frecuencia, a veces más de la deseada, oímos a alguien que afirma que la universidad ha perdido el norte, que se ha convertido en poco más que una fábrica de parados y que su utilidad para la sociedad actual es más bien escasa. Independientemente de que dichos comentarios me parezcan desafortunados, no es menos cierto que la universidad, en no pocas ocasiones perdida en debates y luchas políticas ajenas a la propia universidad, ha dado pié a que esos sentimientos se hayan propagado. Sin embargo, otras veces la institución universitaria demuestra una agilidad fuera de toda duda, adelantándose incluso a determinados debates sociales. Así ha ocurrido en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), donde recientemente se ha celebrado un curso titulado "La reforma del subsidio agrario. Una perspectiva socioeconómica.

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