La postura de Falange Auténtica ante el gravísimo problema de convivencia que arrastra el País Vasco y ante la propuesta del Lehendakari Ibarretxe ha sido ampliamente editorializada y desde estas líneas invitamos humildemente a su lectura, al tratarse de un asunto complejo en el que se hace imprescindible la precisión.

Hoy, sin embargo, debemos centrarnos en el escenario político creado tras esta votación y que, no por previsible es menos peligroso.

En las primeras horas tras la aprobación en el Parlamento Vasco del Plan Ibarretxe, los medios de comunicación insisten en calificar como "sorpresa el apoyo de los proetarras de Sozialista Abertzaleak al proyecto secesionista del Lehendakari.

Desgraciadamente, el grueso de esta editorial que lees fue escrita hace días con el objeto de atender rápidamente a la actualidad de este día 30. Y podía haberlo estado hace meses. En este dramático sainete no cabía lugar a la sorpresa.

La aritmética electoral (gobierno tripartito en minoría sin el apoyo de HB) no es el único motivo de que los nacionalistas vascos hayan reeditado su tradicional política frentista donde Lizarra fue sólo un eslabón más. El otro factor relevante es que aunque PNV, EA y el entramado HB-ETA no son lo mismo, comparten algo que a la postre resulta siempre determinante en la política vasca: todos son "abertzales (es decir, patriotas). Y a la hora de elegir, de tomar partido, poco importa si los otros son buenos, malos o regulares; si tienen o no las manos manchadas de sangre. Basta con que sean "abertzales.

La componenda entre "abertzales para sacar adelante esta peligrosísima aventura política ha sido cuidadosamente pactada y escenificada. Las citas de Arzalluz, Otegi o Egibar sobre la esencia de los verdaderos vascos y lo que les diferencia de los españoles son prolijas y, en su favor, absolutamente transparentes. Como personajes de "Uno de los nuestros, los autodenominados "abertzales vascos siempre han sido proclives al teatro en ese grandísimo drama real que es Euskadi.

El tiempo del Parlamento vasco con el arbitrario Atutxa a la cabeza ha concluido. Los escenarios van a ser otros a partir de este momento y también algunos de los actores. Mal que les pese a los que, hasta el momento, sólo han hecho mutis por el foro.

Por un lado, la pelota se sitúa en el tejado de las Cortes españolas, que harían bien en no admitir a trámite siquiera, por anticonstitucional, el proyecto aprobado. Ahí PSOE y PP han anunciado ya su voto en contra, si llega a Pleno. También lo ha hecho Llamazares, si bien su difícil posición interna en el partido y las posturas encontradas de su coalición no nos permiten ser optimistas. A partir de ahí, está garantizado el discurso victimista de los nacionalistas acusando a España de oponerse a la supuesta voluntad de los vascos.

Por otro, el Gobierno central se enfrentará a un reto institucional de especial gravedad, el mayor desde la frustrada intentona golpista del 23-F, cuando el Gobierno vasco convoque el referéndum ilegal que ha anunciado.

Por último, el electorado vasco va a tomar un protagonismo determinante cuando en la próxima primavera tenga que acudir a las urnas a refrendar o no la gestión que, principalmente, el PNV ha hecho de este asunto. Esperemos que las cúpulas de los partidos no-nacionalistas del País Vasco sepan estar a la altura de las circunstancias tal y como ya están haciendo sus militantes desde hace muchos años.

Tal y como se está representando esta función, a partir de este momento va a hacer falta mucha:

PEDAGOGÁA: Para explicar a los españoles y, en especial a los vascos, conceptos políticos complejos como voluntad general, soberanía o legalidad en los que está cimentada la convivencia moderna y que están siendo arteramente manipulados para intentar hacer pasar por autoritarios contrarios al diálogo a los demócratas y viceversa.

FIRMEZA: Para hacer cumplir las leyes sin caer en la provocación o en un innecesario tensionamiento de la convivencia, superando el Síndrome de Estocolmo que han padecido tradicionalmente los ejecutivos españoles ante la insumisión de los nacionalistas.

LEALTAD: Para olvidar los intereses particulares y partidistas y considerar que el reto que se está lanzando a España (no al Gobierno ni a la oposición) necesita una respuesta unitaria de los españoles representados en las dos opciones hoy mayoritarias.

El 30 de diciembre, fecha de la aprobación del Plan Ibarretxe en el Parlamento Vasco, es un buen día para los terroristas y sus cómplices. Es un buen día para los nacionalistas etnicistas y excluyentes. Es un mal día para Euskadi, que inicia un peligroso camino. Es un mal día para España, que sufre posiblemente uno de los desafíos más importantes de su historia. Y precisamente con un gobierno que mira para otro lado. Y es también un mal día para la democracia, porque un presidente autonómico -que es parte del Estado- ha roto todas las reglas del juego.

Es obvio que el Plan será rechazado mayoritariamente en las Cortes Generales con el voto de PP y PSOE y, posiblemente, sólo será apoyado de forma expresa por los nacionalistas -PNV, EA, Nafarroa Bai, ERC, CiU...-. Pero Ibarretxe convocará su referendum ilegal y se encaminará a la ruptura. Y todo ello con un Presidente del Gobierno que no sabe si España es una nación o varias y que tiene por socios precisamente a los nacionalistas de todo pelaje.

Desde la preocupación y la impotencia que provoca el carecer de protagonismo político y ejecutivo hacemos un llamamiento al pueblo y al Gobierno de España para que no permita la convocatoria de un referéndum que es ilegal; a los votantes moderados del PNV para que reflexionen sobre el valor del voto que próximamente les pedirán y no entreguen la mayoría a la coalición rupturista; a los partidos políticos vascos no nacionalistas para que tengan el valor de suspender temporalmente la actividad de sus partidos para formar una gran coalición ciudadana por la decencia y la libertad; a la sociedad vasca en su conjunto para que se plante y no perdone más al PNV una nueva traición.


Editoriales de Falange Auténtica sobre el conflicto en el País Vasco: