La acuciante y pertinaz sequía instalada en la mayor parte de nuestro País, que ha llevado incluso a restringir el agua de consumo doméstico, indispensable para vivir con dignidad, en importantes zonas urbanas pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de implementar políticas generales de integración nacional siguiendo la dirección contraria a la que está empleado el gobierno de la Nación, estimulado en tal nefasta tarea por varios gobiernos regionales.

No es de recibo que mientras el tercio norte y húmedo de la Península Ibérica dispone de enormes recursos hídricos que van, en su mayoría, a parar al mar, los ciudadanos del resto de la Nación estén pendientes de los partes meteorológicos para ver si llega la ansiada agua, indispensable para el desarrollo humano.

El denostado, y en su mayor parte derogado, Plan Hidrológico Nacional, aprobado en la anterior legislatura, supuso con todos sus errores un paso adelante para tratar de solucionar un problema que se ha enquistado en nuestro País. Es cierto que adolecía de muchos fallos, quizás el peor fue que el anterior gobierno no supo explicarlo convenientemente, no frenando con ello las campañas de los partidos independentistas en su eterna manipulación acerca de los "agravios" sufridos por sus respectivas regiones. Pero la filosofía que el mismo conllevaba de que la España húmeda transfiriese el agua sobrante para dar de beber a la seca, supuso un gran paso adelante en algo que por estos lares ya no estamos acostumbrados, como es la práctica de la solidaridad nacional. En efecto, el plan implicaba que unos españoles acudiesen en ayuda de otros cuando éstos vieran restringido su acceso a algo tan básico como el agua corriente y eso no era de recibo para los partidos separatistas, que no quieren ni oír hablar de vínculos solidarios entre compatriotas, como ERC, la CHA o IU-IC ahora decisivos para mantener al PSOE de ZP y Polanco en el machito.

FALANGE AUTÉNTICA considera indispensable para luchar contra la sequía, además de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, que el Estado reponga el PHN con las modificaciones necesarias para que, llevando a la práctica la planificación estatal necesaria, se imponga de una vez por todas en España una verdadera cultura de ahorro y consumo responsable del agua. Es cierto que han de acometerse las obras públicas necesarias para transferir el líquido elemento a las zonas secas, aparcando por inadecuada la proliferación de potabilizadoras como quiere la ministra Narbona, por su impacto visual y porque convierten en verdaderos desiertos submarinos a las zonas de costa donde se ubican, dada la elevada toxicidad de la salmuera resultante del proceso de desalación. Pero también han de concienciarse las regiones receptoras de que no van a disponer de un bien ilimitado y por ello han de frenar su enloquecida carrera de explotación turística de sus costas que ha conllevado la construcción de grandes urbanizaciones pobladas de jardines y campos de golf, así como parar el proceso de trocar cultivos de secano en regadíos, para implementar una agricultura intensiva altamente rentable pero depredadora a la hora de consumir el líquido elemento.

En definitiva, los falangistas estamos donde siempre. Nuestras políticas van por el fomento de la solidaridad y la integración nacional, pero desde la planificación pública y la responsabilidad social. Siempre estaremos enfrente de los que, como los separatistas, fomentan la división o lo que, como los liberales, practican la especulación.