Un buen profesional no abandona su trabajo por severas que sean las circunstancias. Por eso, las calculadoras no han dejado de funcionar en Génova o Ferraz. Los profesionales de la política, los que no saben de servicio público sino de expectativas de voto, los que no saben de intereses nacionales sino de réditos partidistas han comenzado a analizar las nuevas variables del volátil mercado electoral.

La incertidumbre sobre la autoría del atentado reabre la campaña. Los que ayer decían digo ahora se apuntan al Diego porque saben que varios cientos de miles de votos pueden cambiar de sentido según la masacre se interprete en uno u otro signo. Los fontaneros no dan abasto.

Se trata ya tan sólo de saber qué rentabilidad alcanzará la profesionalidad de nuestros políticos en la mejora de su cuenta de resultados. Claro que si la Política fuese Servicio o Altruismo en vez de negocio, hablaríamos de mezquindad.

Al fin y al cabo, el espectáculo debe continuar.

Escandio


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