El glamouroso reportaje de las ministras en la revista “Vogue” es, incuestionablemente, un error de imagen, una actuación a la que no se encuentra sentido desde ningún punto de vista que se la quiera abordar.

Los medios de comunicación lo han convertido en una serpiente de verano, a falta de noticias más jugosas que echarse a la boca. Y sus adversarios políticos han aprovechado, como era previsible, esta torpeza que les servían en bandeja.

Poca más trascendencia tiene el episodio. Se nos ocurren cientos de cuestiones más importantes de la política nacional, de mucho más calado, a los que dedicar páginas, horas de tertulias, análisis periodísticos y reflexiones críticas. Por ejemplo, la confusa situación que atraviesa el sistema educativo español ante el próximo curso. La falta de una política de vivienda definida en el actual ejecutivo, a pesar de hacer de ello uno de sus caballos de batalla en la campaña, cuando ni siquiera se imaginaban ganar las elecciones. El “apagón informativo” sobre la investigación del terrorismo islámico por parte de quienes más transparencia e inmediatez exigían en vísperas electorales. La inexistencia de un modelo territorial del Estado, sustituido por un difícil equilibro dialéctico entre los distintos sectores del PSOE y sus aliados de la izquierda nacionalista. La política de gestos y talantes sin definiciones de fondo, sin contenidos reales...

 

Lo de las ministras socialistas convertidas en modelos de alta costura, alta peletería y alta decoración, no pasa de ser, al lado de cualquiera de estos temas, una mera anécdota, que tan solo viene a recordarnos lo que ya sabíamos: que, en los dirigentes del PSOE, ciertas actitudes –la austeridad, la igualdad...- son una simple pose. Bueno, en este caso, ni eso...

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