La decisión judicial por la cual se ordenó la retirada de todos los ejemplares de la revista El Jueves de los puntos de venta hace unas semanas, es cuanto menos una situación curiosa y que no puede caer en el olvido sin un mínimo comentario.

 

El secuestro de una publicación en la España de 2007 no es un hecho muy normal en una democracia que presume de mayoría de edad pero que, con asuntos como éste, se comporta como una adolescente caprichosa y en plena edad del pavo.

 

Una caricatura que se supone que representa al matrimonio heredero de la corona española (algunos dicen que salen muy favorecidos –lo desconocemos-) en una escena que debe representar parte de su vida marital, fue el desencadenante de la urgente decisión de la fiscalía.

Cierto es que, si esto es como lo cuentan, a nadie le haría mucha gracia verse reflejado junto a su pareja en similar situación, y es muy probable que ni siquiera le agradase al propio dibujante que, muy graciosillo él, tal vez sea de los que luego se enoja cuando el objeto de una broma es él mismo.

 

Pero también es verdad que los futuros reyes y su círculo de influencia han demostrado un nulo sentido del humor cuando, con lo campechanos que son todos, se esperaba otra acogida por su parte. Además, resulta extraña tanta seriedad y tan poco salero cuando llevan toda la vida riéndose de todo y de todos.

 

Cabe resaltar el apoyo de la mayoría de los medios de comunicación que, en lugar de rasgarse las vestiduras por este supuesto ataque a la libertad de expresión, nos martirizaron, durante los días posteriores al secuestro, con una campaña de elogios, vaselina y lamentable baboseo para apoyar a la pareja parodiada y al resto de miembros de tan peculiar familia.

 

En fin, un capítulo más en la vida de Los Intocables.

Bario