El periódico "La Opinión de Málaga es uno de los medios informativos que reiteradamente ha silenciado las denuncias que los pequeños agricultores de Ardales, apoyados por el concejal de FA, Francisco Ortiz Lozano, han presentado contra la arbitraria pretensión de la Junta de Andalucía de apropiarse de una parte de sus fincas para una "cañada históricamente inexistente y sin utilidad práctica (más información sobre esta denunciá pinchando aquí).

Sin embargo, ese mismo diario sí se acordó de Ardales con ocasión de la publicación de un reportaje titulado "Dónde Franco aún levanta la cabeza. Huellas de la dictadura, en el que hacía una desafortunada e injusta alusión al concejal falangista ardaleño. El autor del reportaje no se molestó en conocer absolutamente nada sobre el edil de F.A., un hombre profundamente demócrata, con una encomiable entrega y vocación de servicio a su pueblo y que, no por casualidad, cuenta con un importante apoyo electoral de sus convecinos, reiterado en sucesivas convocatorias.

Resulta tristemente patético este especial empeño inquisitorial de algunos políticos y ciertos medios en borrar cualquier huella histórica. Nosotros, como dijo José Antonio, estamos tan lejos de los que sienten la nostalgia de otras épocas como de los rompedores de escudos de las fachadas. Pero, además, tan obsesiva persecución, a veces por ignorancia y a veces por mala fe, lleva frecuentemente a meter en el mismo saco realidades que nada tienen que ver. El concejal de F.A. remitió a ese mismo diario una carta, que por supuesto el periódico no publicó, y que por su interés reproducimos íntegramente a continuación:


Señor Director:

¿Les suena algo, a usted y al periodista Cristóbal Rivero, aquello del noble espíritu de paz, convivencia y reconciliación con el que todos los españoles de buena voluntad decidimos afrontar la Constitución del año 1978?

Lo digo por el reportaje "Donde Franco aún levanta la cabeza, publicado en su diario. La verdad es que difícilmente puede humillarse más a una persona como yo, por el vergonzoso delito de ser concejal, democráticamente elegido, bajo unas determinadas siglas. Leo que "La Opinión ha rastreado los últimos rincones de la época fascista en Málaga y qué se hace para eliminarlos. Y se refieren expresamente a mí, dentro de una larga retahíla, como uno de los "tristes vestigios de la dictadura, al decir que el Ayuntamiento de Ardales "es el único que alberga un edil del grupo político Falange, único legal en la época del dictador. Sólo les pido, por favor, si no es mucha molestia, que si me tienen que eliminar, lo hagan de una forma que yo no sufra demasiado, para que la operación de limpieza resulte acorde con la línea políticamente correcta que les caracteriza. Otra cosa más difícil de solucionar por ustedes, como esforzados y nunca suficientemente reconocidos juzgadores de la depuración democrática, es cómo acabar con nuestros votantes. Efectivamente, como el señor Rivero destaca, la Falange en Ardales "es la tercera fuerza más votada (158 votos en 2003); ¡y aún peor fue en 1991, cuando sacó 306 votos, el 205 %, colocándose como segunda fuerza! Tan intolerable aberración podrían ustedes solucionarla impartiendo unos cursillos obligatorios de reeducación política al estilo que a ustedes les gusta, como preclaros adalides del monopolio bienpensante. Y si en Ardales tanta gente persiste en votar Falange, podría intentarse cercar el pueblo para evitar su abastecimiento, como con Cuba.

No, hombre. La verdad es que, al contrario de lo que ustedes afirman, la Falange no fue el partido de Franco, sino el de José Antonio Primo de Rivera, en 1933, cuando el franquismo aún no existía. El 19 de abril de 1937, por decreto del Estado franquista, la Falange fue suprimida, la revolución social del falangismo nunca llevada a cabo, y su líder Manuel Hedilla, condenado. En su lugar existió otra cosa completamente distinta llamada "FET y de las JONS o "Movimiento Nacional. Y una vez instaurada la democracia en España, la Falange, en varias versiones, pudo volver a reconstituirse tras el paréntesis de los 40 años que permaneció secuestrada o, cuando menos, en estado gaseoso. El partido concreto al que pertenezco, Falange Auténtica, creado en abril de 2002, es plenamente democrático y defensor de la libertad, y anhela una España que no sólo respete, sino asuma y enaltezca el pluralismo de sus idiosincrasias regionales e idiomáticas, unidas en un irrenunciable proyecto sugestivo de vida en común. El franquismo tuvo su época y si alguien quiere traerlo ahora caería en un inútil anacronismo. Para que se comprenda mejor, una comparación: si el comunismo y el socialismo, que anhelaban una dictadura del proletariado soviética y estalinista, hoy, en cambio, son felizmente democráticos, ¿por qué a los falangistas se nos niega que podamos serlo, ya que así lo queremos?

En cuanto a la angustiada preocupación de ustedes en su reportaje, es harina de otro costal. Ante el hecho de que existan nombres "descarados y "fascistas y "tristes vestigios de la dictadura como el hospital Carlos Haya, el barrio Girón, "la calle del obispo franquista Herrera Oria, el instituto Licinio de la Fuente o, en Torremolinos, una barriada "conocida por todo el pueblo como pisos de Falange, aún hoy denominada así por muchos vecinos, me temo que la única solución, si el pueblo se empeña en seguir hablando así, será demolerlo todo y no dejar piedra sobre piedra. Ojalá el molesto Estado franquista nunca hubiera construido calles, hospitales, institutos, colegios ni barriadas de viviendas sociales y gratuitas, y así evitarían ustedes el sacrificio de soportar tan intolerables recuerdos. La comprensible indignidad de ustedes sube de tono cuando descubren , con horror, que hay calles llamadas División Azul, un cuerpo de ejército de voluntarios formado para combatir contra la dictadura soviética del entonces reconocido genocida Stalin, en el contexto de una época en que la violencia y los genocidas de todo pelaje, como también Hitler, dominaban el mundo. Y ese horror contrasta con la complacencia dominante cuando se homenajea a las Brigadas Internacionales, que como todo el mundo sabe vinieron a España a luchar para defender la democracia y la libertad. Si llegan a ganar hubiéramos tenido Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de las Nacionalidades del Estado (español) para rato; es decir, un régimen tan democrático y amante de la libertad que nunca accede al poder por elecciones y que, una vez instaurado, lo primero que hace es suprimir la libertad. Algún guía español, sucedáneo de Stalin o Ceaucescu, hubiera fundado pantanos, hospitales y barriadas con nombres no franquistas.Reconociendo a "La Opinión de Málaga su loable y altruista vocación de censor hiperdemocrático, me atrevería -eso sí, humildemente- a proponer una solución a los dos últimos desaguisados destapados por ustedes en su "rastreo; un rastreo digno del hocico de los suidos. Se trata del díscolo proceder de algunos ayuntamientos, como los de Coín y Campillos (éste, para más inri, cuando tenía mayoría absoluta el PSOE). El primero tuvo el descaro de designar una calle con el nombre de Bartolomé Abelenda, ¡"uno de los alcaldes durante el franquismo a finales de la década de los años 50! Habráse visto mayor delito. No importa que fuese un buen hombre, querido por los vecinos y que luchara por traer servicios a su pueblo en una época tan pobre. La cheka de "La Opinión" no puede permitir tal ignominia: ¡a todos aquellos que fueron alcaldes de algún pueblo de España durante el franquismo hay que condenarles sin paliativos! Y, por su parte, el consistorio de Campillos ha nombrado una nueva calle como "Juan Cantano Solís, ¡"un falangista!, como atinadamente advierte su diario. ¡Y que esto no esté penado por la Ley! Inaudito. El recuerdo de los falangistas debería ser borrado de la faz de la Tierra; y sus hijos y nietos, condenados a vergüenza pública.

Lo malo es que si aplicamos la misma regla de tres que ustedes proponen, habría que "eliminar y condenar al olvido todo lo dicho y hecho por el Rey cuando era Príncipe, puesto que su persona y su cargo eran parte principal del engranaje del franquismo. ¿También habría que depurar al Rey en el afán de ustedes por extirpar las "huellas de la dictadura?

¿No les parece muy enclenque su teoría de "buenos y malos? Venga ya, hombre, que ya está bien. ¡Paz, conviviencia y reconciliación de una vez!

Espero que publiquen esta réplica aunque sea larga, si es que tienen algún sentido de la justicia. En ello confío, dolido en lo más íntimo de mi ser por el desprecio, la vejación y la injusticia con que ustedes se han referido a la circunstancia de mi cargo como concejal.

Francisco Ortiz Lozano.
Concejal de Ardales por Falange Auténtica.


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