Todavía sigue siendo objeto de comentarios periodísticos la decisión de Falange Auténtica en Ardales (Málaga) de apoyar al candidato de Izquierda Unida-Los Verdes a la alcaldía, poniendo fin así a dos décadas de gobierno municipal del PSOE.

Armando Robles, director de Alerta Digital, es el autor de un videocomentario publicado en dicha web, que reproducimos casi en su integridad:

"VOTANTES DE SEGUNDA

(...) Uno de los políticos más ilustres que ha tenido este continente (...), Disraeli, pronunció una de sus frases antológicas, que demuestra no solamente su amplitud moral de miras, sino su categoría política como estadista. En una de esas controvertidas sesiones parlamentarias que se celebran en Inglaterra le vino a decir a su oponente político (...): no estoy en absoluto de acuerdo con lo que usted dice, pero daría mi vida para que usted siguiera teniendo el mismo derecho a decirlo (...). Son muchos los políticos que dicen adherirse a determinados postulados que luego están muy lejos de cumplir. Y cuando estamos viendo que en España, en nombre de la democracia, se establecen consorcios políticos que el pueblo no ha elegido, nos sorprende que esos mismos representantes políticos que juegan con el voto de sus electores y se lo intercambian como cromos pongan luego el grito en el cielo cuando, en un pequeño Ayuntamiento de la provincia de Málaga, una formación política, Falange Auténtica, que ha obtenido dos concejales, puede tener, como así la tiene, la llave.

Los representantes municipales de Falange Auténtica han decidido aupar hasta la alcaldía de este pequeño pueblo de Málaga al candidato de la coalición Izquierda Unida, para romper veinte años de hegemonía socialista. (...)

Los que se encargan en este país de otorgar las patentes de legitimidad democrática no están dispuestos a admitir -ni mucho menos a que admitamos los ciudadanos- que una formación política como Falange haga otra cosa que no sea estar en el ostracismo político al que su pasado, según estas formaciones políticas, le tiene que llevar de forma irremisible.

No seré yo quien defienda el papel de Falange ni de ninguna otra formación política, pero me parece de una injusticia absolutamente intolerable que hayamos llegado al punto donde la genialidad, la calidad personal y moral o la brillantez de un político tenga que venir respaldada por la formación política a la que pertenece. En contra de cualquier criterio relacionado con el sentido común, en este país hemos llegado al punto antológico en el que son las ideologías las que determinan el carácter y la naturaleza moral de las personas, las que hacen engrandecer o empequeñecer a las personas, y no al revés.

Según esta teoría, aquel político que sea un rufián, o un ladrón, o cuyos objetivos no sean otros que la concepción de la política exclusivamente para su lucro personal, está democrática y moralmente legitimado para el ejercicio de su función siempre que esté adscrito a alguna de las siglas ideológicas asumidas como democráticas. Y aquel político que no carezca de muchos de los elementos de los que carecen la mayoría de nuestros políticos españoles y andaluces, que pueda incluso contribuir a mejorar las expectativias de vida de su comunidad, debe estar condenado a la irrelevancia social más absoluta si no pertenece a alguna de estas siglas consideradas como legítimas por los apologetas de lo políticamente correcto.

Y es una pena, no solamente porque de esta manera se impide que la democracia sea el instrumento que posibilita que los mejores contribuyan a resolver los problemas de los más, sino porque estamos convirtiendo la democracia en un instrumento al servicio de determinados dogmas que están muy lejos de contribuir a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

Según los detentadores de estas reglas del juego, es lícito pactar con una formación política que se muestre laxa ante la organización terrorista ETA, o con que se muestre favorable a la destrucción de España y, sin embargo, no es lícito pactar con otra formación política como Falange, en base a lo que ellos consideran que es un pasado ominoso que hay que desterrar de la vida política española. Y es curioso y sorprendente que esto se diga en el país donde todavía sobreviven muchas viudas, hijos, hermanos de Paracuellos, que ven impotentes como el responsable de esa carnicería se pasea de tertulia en tertulia, recibe doctorados honoris causa y, lo que es peor, nos dice, un día sí y al otro también, lo que está bien y lo que deja de estarlo.

Es una pena que los representantes de esta democracia hayan llegado al extremo de considerar que son las ideologías las que determinan la capacidad que pueda tener una persona para servir recta y eficazmente los intereses de sus electores.

Y es una pena que hayamos llegado al punto incomensurable de respetar la voluntad de los representantes de Batasuna, ANV, ERC y, sin embargo, no estemos dispuestos a respetar ni validar la voluntad expresada por esos humildes votantes de esta formación política en un pueblo de la provincia malagueña.

Como si esos votos valiesen menos, fuese menos dignos que esos otros que se obtienen al socaire de un par de merendolas en el hogar del jubilado de cualquiera de esos pueblos andaluces donde tan bien funciona ese clientelismo político que, por desgracia, está propiciando que Andalucía siga en el furnón de cola de las regiones más prósperas de este viejo continente.

Yo no voy a defender a Falange Auténtica ni a ninguna otra formación política, pero sí reivindico mi derecho a no desposeer a esta democracia española de su rostro humano. Por lo que me han contado pero, sobre todo, por lo que he visto en primera persona, tengo que decir que este concejal, que este humilde representante de Falange Auténtica en Ardales es mejor, mil veces mejor que muchos de sus oponentes políticos."


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