Lo sabemos pero cada día nos vemos obligados a ponerlo en duda.

De nuestro esfuerzo productivo dependen nuestros ingresos, y de estos todo lo demás. Nuestra capacidad para consumir, para educar a nuestros hijos, para llevar una vida digna. Trabajando obtenemos todos los recursos con los cuales es posible seguir vivo. Fuera de eso está la caridad, la compasión de una sociedad que, no sabiendo procurar a cada persona un puesto de trabajo que esa persona en particular pueda desempeñar para "ganarse la vida, le da al desgraciado, recursos para poder sobrevivir a pesar de no poder trabajar. Y esto de manera cada vez más escasa, gracias a políticas tan de fenómenos como el déficit cero o la progresiva liberalización de la economía.

Y no es eso lo más importante, puesto que el trabajo, desempeñar una función productiva es, además, el atributo humano por excelencia, el que distingue a las personas de los animales. Mediante el trabajo encuentra la persona su lugar en la sociedad, cumpliendo una misión no solo para si mismo y para su familia, sino engarzando su esfuerzo en el esfuerzo colectivo, el que mantiene una nación en marcha, el que hace del patriotismo un ejercicio de esfuerzo compartido diario, creativo y enriquecedor.

Pero todos, y muy especialmente los jóvenes, nos vemos obligados a poner esto en duda cada día, porque el trabajo, en demasiadas ocasiones, se convierte en algo que más que dar la vida, la quita.

Hemos aprendido muy bien a consumir, a valorar a las personas por su capacidad de gastar dinero o de invertirlo, centrándonos más en el volumen de la cantidad gastada o invertida que en la bondad o utilidad del gasto o la inversión realizada.

Hemos aprendido a reivindicar derechos para ser mejor pagados, mejor indemnizados si se nos despide o reconocer sin vergüenza que lo ideal es trabajar poco, ganar mucho, no tener responsabilidades y olvidarnos que el trabajo debiera ser el máximo exponente de nuestra dignidad social. El mejor medio para acceder a la verdadera aristocracia en nuestro mundo cotidiano y además la mejor manera de poner en práctica el viejo pero nunca agostado objetivo de conseguir que la unidad, en este caso en el esfuerzo, sea la fuerza, la nuestra, la de nuestros compatriotas y la de nuestra patria. que será más grande y libre cuanto más grandes y libres se sientan y sean sus trabajadores, que somos al fin y al cabo todos y cada uno de nosotros.

Alrededor del primero de mayo, Falange Auténtica, y muy especialmente los jóvenes que la formamos, queremos levantar nuestra voz para recordar a todos, que queremos que el trabajo sea la vida y que ese deseo está pendiente de conseguir porque:

  • Son demasiadas las ocasiones en que el trabajador se siente desmotivado porque sabe que su esfuerzos no le traerá ningún beneficio ni a él ni a su patria, sino únicamente a los que se esconden detrás de las acciones de la empresa.
  • Cuando se pierde la vida en accidentes laborales ocasionados por la falta de formación, por la falta de inversiones, o por la precariedad de los puestos de trabajo, el acudir al tajo se convierte en un suplicio que no mejora el saberse amparados por leyes que creen que la multa y la coacción serán capaces de modificar una realidad que solo puede alterar el replantearse el trabajo como un proyecto de esfuerzo común para conseguir unas metas compartidas y no como un simple juego de variables en las que el trabajador y el coste de la siniestralidad laboral sean datos para el calculo de la rentabilidad final de un negocio.
  • Porque demasiados de nosotros nos preguntamos como es posible que el avance tecnológico y el desarrollo imparable de la capacidad creadora del ser humano no sean capaces de traer como consecuencia una manera de desarrollar el trabajo con alguna garantía de poder hacerlo compatible con el resto de necesidades de las personas, como la vida familiar, la participación social, el ocio o el desarrollo de las aptitudes socioculturales que todos tenemos abandonadas o bien porque el trabajo no nos deja tiempo para ellas o bien porque el carecer de trabajo nos impide tener los recursos o los ánimos necesarios.
  • Cuando la ausencia de estabilidad en el trabajo o la escasez y mala calidad del mismo nos mantienen inmersos en una carrera de obstáculos casi insalvables, la pesada espada de Damocles que pende sobre nosotros nos impide plantearnos cosas tan importantes como poder formar una familia o dedicar algo de nuestro tiempo a trabajar para la colectividad, o tomar partido en la vida social o política de nuestros pueblos o ciudades.

Y por eso proponemos que esta jornada que siempre ha sido de lucha, lo sea también de reflexión, para que entre todos los que somos trabajadores de una u otra especie podamos conseguir que el trabajo, que es uno de los más bonitos atributos humanos, al que dedicamos gran parte de nuestro tiempo, sea fuente de vida y de ilusión por un futuro mejor y más justo.


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