Félix Barroso Gutiérrez
LA PINGOLLA, publicada en el HOY el miércoles 8 de mayo de 2013.

Conocí a Leandro García Rodríguez cuando ya se iba inclinando su espinazo.  Siempre con su sombrero de paño y su ramillete de albahaca sobre la oreja.  Le decían Ti Leandro "Botón".  El "Ti" solo se otorgaba, en el pueblo, a la gente ya entrada en edad, como reverencia a las canas que peinaban.  Leandro fue teniente de alcalde en un ayuntamiento que surgió del Frente Popular.  Se libró de que esbirros camuflados tras una camisa azul, que no falangistas, le dieran mulé en cualquier cuneta del norte cacereño.  Estaba ya en la camioneta, amarrado junto a otra larga docena de paisanos.  Don Fulgencio Corrales Martín, médico e hijo del pueblo, se personó en la plaza, con una pistola en mano.  Le acompañaba el cura párroco, don Rufino García Flores, que portaba una escopeta.  Ambos evitaron la tragedia.  Cuando Eloy Gutiérrez Montero fue alcalde por los años 80, se rindió a los dos héroes el debido homenaje.

Me comentó Ti Leandro varias veces que él se hizo republicano porque la monarquía que conoció no estaba con las clases bajas y el hambre penetraba ya en muchas casas de los jornaleros.  Y matizaba sus reflexiones con aquel "¡Viva el rey Fernando y vamos robando!"  Refería que él siempre dio la cara y que no era de esos que "delante hago acato, y por detrás al rey mato".  Ahora, cuando ha vuelto otra vez el tercer caballo negro y apocalíptico de la hambruna a muchos hogares españoles, me acuerdo aún más de Ti Leandro.  Curiosamente, la actual monarquía española está en sus horas más bajas.  El barómetro del CIS (pasado abril) le otorgaba un rotundo suspenso, un 3,68 sobre 10.  Ante tal cataclismo borbónico, enseguida han acudido los salvapatrias de turno. Se entiende que corran ciertas derechas, algunos espadones, la aristocracia, las grandes fortunas y todo ese mundo descalaverado de la "beautiful people"; pero que, traicionando a sus bases, acudan políticos como Felipe o Rubalcaba, es elevar la incongruencia a la enésima potencia.  Me decía un buen amigo, Seve Sánchez, director de un IES en Bilbao y con el alma a caballo entre Euskadi y Castilla, que "había sentido náuseas leyendo la defensa que hacía de la monarquía el diputado Ramón Jáuregui, heredero ideológico de Facundo Perezagua, socialista que impregnó de honestidad republicana toda la margen izquierda de la ría bilbaína".  ¿Por qué será que el PSOE no acaba de levantar -¿roja o sonrosada?- cabeza?

Por nuestras latitudes del Oeste, al menos Monago, actual jefe de filas, no se mesa los cabellos por la deriva que tomó la monarquía.  Él está ahora eufórico porque en su tierra, que es la nuestra, hubo 3982 parados menos el pasado abril.  O sea, que ya solo quedan 177.618.  Como buen monaguillo, señor Monago, no debería repicar las campanas de la torre, sino tan solo la esquila que está junto al altar.  Y ello pese a que usted no quepa en sí por la confraternización que, ayer, mantuvo con Felipe González Márquez, expresidente del Gobierno y del que dicen que, otrora, era socialista y que, ahora, da soluciones a los pobres subido en el púlpito de los capitalistas que amasaron incontable fortuna ¡Qué bien van a vender los dos Extremadura!  San Jerónimo afirmaba:  "Trabaja en algo, para que el diablo te encuentre siempre ocupado".  Pero los diablos siguen, hoy por hoy, tentándonos por todos lados.