La asignación de un presupuesto de 350.000 euros anuales (más de cincuenta y ocho millones de pesetas) para implantar un servicio de traducción simultánea en la Cámara alta con el que los senadores podrán expresarse, y entender, en las lenguas regionales de España, no es sino un capítulo más del esperpento con el que la casta política parásita nos tiene acostumbrados, que en estos tiempos de graves crisis económica chirría aun más porque lo hacen, con total desparpajo, con el dinero público que debería ir a fines de verdadera utilidad social.
A sus señorías les da igual que el paro afecte a millones de compatriotas, que cientos de miles de españoles hayan perdido sus casas o que la utilización de los servicios sociales, públicos o de la Iglesia Católica, se haya disparado. Ellos a lo suyo, a acumular privilegios o a gastar en chorradas como esta, cuando todos los presentes en el Senado hablan y se comunican en español, que es la lengua común.
El apoyo del PSOE a esta vieja reivindicación nacionalista no es más que otro botón de muestra de que a los partidos mayoritarios les importa más su supervivencia política, plasmada en la aritmética parlamentaria, que el bien común de nuestra Nación. Si en la anterior legislatura, ZP se apoyó en los grupos nacionalistas radicales como ERC, BNG, CHA o NaBai, ahora les toca a los burgueses de CiU, PNV y CC coger su parte del pastel y así nos va.
FALANGE AUTÉNTICA que, como no podía ser de otra forma, rechaza el absurdo gasto en el nuevo servicio de traducción simultánea del Senado, respeta, y así lo ha manifestado siempre, a todas las lenguas de España que junto a las instituciones, símbolos y señas de identidad de las comunidades que integran nuestro País, forman parte del patrimonio nacional. Pero entendemos que es en el ámbito institucional de nuestras regiones donde han de desarrollarse las singularidades de cada una y no llegar al esperpento de pagar para traducir a quienes de sobra hablan en el idioma común, el español.
Pero los falangistas vamos más allá a la hora de ahorrar al contribuyente gastos superfluos que podrían ir asignados a destinos más necesarios. Toda la institución del Senado es un gasto inútil, enmarcada en un sistema bicameral con total preponderancia del Congreso de los Diputados que tiene la última palabra a la hora de aprobar leyes enmendadas e incluso vetadas por el Senado, quedando éste relegado a ser una cámara de segunda lectura con un papel totalmente subordinado al Congreso. Por ello desdeFALANGE AUTÉNTICA abogamos por la supresión del Senado y que la Soberanía Nacional esté representada en un Congreso de los Diputados con trescientos miembros, ciento cincuenta de los cuales sean elegidos en una única lista a nivel nacional y la otra mitad en circunscripciones provinciales e insulares, distribuidas en función al número de residentes en cada una y todo ello a través de un sistema de listas abiertas para que el elector no tenga que tragarse a todos los candidatos propuestos por los partidos.