• El historiador francés rechazó en su conferencia que la Falange fundacional pueda ser identificada con el fascismo.
  • Considera que no pocos aspectos de la síntesis joseantoniana mantienen vigencia hoy.

Falange Auténtica continúa huyendo cada 20 de noviembre de la conmemoración nostálgica y, por descontado, de los repulsivos espectáculos que ofrece la extrema derecha. El aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera es para nosotros una doble oportunidad: por un lado, para el estudio sereno, reflexivo y riguroso de su figura y no para una ritual exhibición folclórica; y, por otro lado, para desarrollar y proclamar un mensaje actualizado, que sea continuador en el siglo XXI del pensamiento político esbozado por esta singular figura de nuestra historia.

Si Alicante acogidó el sábado 17 de noviembre un acto político, donde los oradores defendieron un discurso alternativo sobre la política, la sociedad y la economía española actual, también albergó en la misma fecha una convocatoria de contenido más cultural, en torno al pensamiento del fundador de Falange.

Ya en ediciones anteriores, conferenciantes de la talla del escritor Fernando Sánchez Dragó o del periodista José Antonio Martín Otín, Petón, aceptaron participar en esta cita organizada por Falange Auténtica. Este año ha sido otro autor, también de notable prestigio y altura intelectual, el historiador vascofrancés Arnaud Imatz, quien ha intervenido en este interesante acto cultural.

Arnaud Imatz es autor de un excelente libro, José Antonio, entre odio y amor. Su historia como fue, publicado en nuestro país por Áltera Ediciones y que el presentador del acto, Carlos J. Galán, secretario nacional de Acción Política de FA, calificó, en la afectuosa introducción que hizo del orador ante el público presente, como "posiblemente la mejor obra que existe sobre la figura y el pensamiento del fundador de Falange". El prologuista de la edición, el economista y Premio Príncipe de Asturias Juan Velarde, asegura que es "el ensayo más completo publicado hasta ahora sobre José Antonio y el falangismo".

Imatz centró su magnífica conferencia básicamente en dos aspectos de la figura y la obra de José Antonio. Por un lado, en la radical diferenciación de su pensamiento político respecto de los fascismos, con los que tantas veces se le ha querido identificar. Y, por otro, en resaltar aquellos aspectos del discurso joseantoniano que, a juicio de este historiador de las ideas -como él mismo se definió- mantienen hoy vigencia política.

Respecto a la pretendida vinculación entre Falange y fascismo, el conferenciante expuso su convicción de que "se trata de fenómenos diferentes en su raíz aunque presenten, en el caso del fascismo italiano y del falangismo español, indudables puntos comunes. El falangismo joseantoniano, a diferencia del nacionalsocialismo alemán, no es ni racista, ni antisemita. La noción de Hispanidad, forjada por Ramiro de Maeztu y asumida por varios teóricos del nacionalsindicalismo, no tiene ningún sentido biológico, sino cultural y espiritual. Está en la antípoda de la "weltanschauung" hitleriana (...). Además, la Falange joseantoniana, a diferencia del fascismo italiano, no admite la relación bilateral del trabajo, sino que defiende la integración completa de los dos factores de producción, la atribución de la plusvalía a los productores y la implantación de la propiedad sindical, comunal y familiar".

Con todo, a juicio de Imatz, "eso no es lo más importante. Colocándonos a un nivel superior, el de los principios y el de la problemática filosófica, no hay lugar a dudas. A diferencia del fascismo italiano, el falangismo no sitúa el valor fundamental en el Estado, sino en el hombre portador de valores eternos". "El nacionalsindicalismo de los joseantonianos -explicó- se niega a ver en el Estado o en el partido el valor supremo". Muy al contrario, "está fundado sobre los principios filosóficos del cristianismo que elevan a la persona a la categoría de valor supremo".

"Creo haber demostrado en mi libro "José Antonio entre odio y amor" -afirmó- que, paradójicamente, el nacionalsindicalismo joseantoniano se encuentra mucho más próximo del "nuevo humanismo cristiano" o "personalismo cristiano" de los no-conformistas franceses de los años treinta que de cualquier otra corriente político-cultural de la época. No lo olvidemos: el personalismo de Mounier de comienzos de los años treinta se alejaba tanto del nacional-catolicismo como de la democracia cristiana, tanto del colectivismo socialista como del individualismo liberal-capitalista, y defendía sin ambigüedades la tercera vía".

Frente a quienes tachan a José Antonio de antidemócrata, Imatz considera que "José Antonio no dudaba de que el pueblo fuera soberano" si bien "pretendía mejorar la participación de los todos los ciudadanos en la vía pública y, como muchos intelectuales y políticos de la España de entreguerras (por ejemplo, los españoles liberales y socialistas Sanz del Río, Salmerón, Fernando de los Ríos, Madariaga y Besteiro, José Antonio consideraba al organicismo más capaz de acercar el pueblo a los gobernantes".

En el contexto del presente siglo XXI, este historiador y politólogo europeo cree que el pensamiento joseantoniano conserva algunos aspectos de actualidad, entre los que citó y analizó: la superación de la dicotomía izquierda-derecha, la crítica al capitalismo salvaje, los reproches a la partitocracia, la denuncia del nacionalismo bio-racista, la teorización personalista de la patria, el rechazo a la patriotería y al chauvinismo nacionalista, la desconfianza frente a la idea iluminista del progresismo y, finalmente, el civismo entendido como servicio al bien común.

Imatz finalizó criticando las corrientes dominantes de orden materialista e individualista, que desprecian los valores, y consideró que "es responsabilidad de los joseantonianos y de todos los demócratas no conformistas" evitar que estas tendencias acaben socavando "los pilares indispensables para la supervivencia de la democracia".

Al término de su intervención, el orador atendió las preguntas del público en un interesante y ameno coloquio. Finalmente, firmó ejemplares de su libro a cuantas personas se lo pidieron.