Se me hace difícil llegar a odiar a alguien. Soy falangista y de siempre he comprendido que no es el odio buen combustible para ningún motor y que los resultados de odiar son casi siempre perjudiciales no solo para el odiado sino también para el "odiador.

Por eso, supongo que es otra cosa lo que siento hacia los que considero que están ahora hundiendo mi patria. Esos que están sumiendo a mi pueblo en una situación de tal crisis que es impredecible qué es lo que va a llegar a ocurrir.

Creo que no es odio, pero sí un profundísimo desprecio, hacia sus insultantes personalidades y sobre todo hacia sus nefastas, horribles, criminales, concepciones políticas y económicas.

Esta crisis, consecuencia de muchos abusos y resultado lógico de haberse hecho muchas fortunas al abrigo del liberalismo y auspiciadas por el apetito insaciable de los especuladores, ha ido de la mano del enriquecimiento siempre constante, siempre inmenso de la banca privada.


Sin llegar a simplificar al extremo diciendo que solo la banca es culpable de esta crisis, sí me atrevo a decir, que de las muchas actividades especulativas y de dudosa corrección financiera, que ayudaron a que la burbuja que estalló hace unos meses se inflase de manera descontrolada, ninguna de ellas le ha sido perjudicial a la banca. Camaleónica como siempre, y ajena como nunca al futuro de los que la enriquecen, la banca sabe ganar siempre, no arriesgar nunca y no tener entre sus objetivos nunca, nada que no sea abultar los beneficios de sus cuentas de resultados. Resulta ingenuo que alguien llegue a pensar que entre los objetivos de la banca hay alguno de tipo social o patriótico. Si alguien pudo llegar a dudarlo que ahora vea la realidad y que asuma su error.


El caso es que la única solución para esta crisis es la inmediata puesta en circulación de grandes cantidades de recursos financieros. Para que esta economía de apuntes contables y de capitales que nadie sabe donde están, pero que justifican todos los movimientos financieros que finalmente dan vida a la economía domestica de cada familia, pueda volver a convertirse en lo que suele ser. Un juego de servicios prestados mutuamente, de compras realizadas a crédito y de circulación imparable del dinero de mano en mano, dejando en cada elemento de la cadena algo de riqueza y el necesario sustento, no solo para que cada individuo pueda sobrevivir, sino también para introducir nuevas necesidades productivas en el sistema, que a su vez serán las que puedan justificar la viabilidad de infinidad de negocios y de los puestos de trabajo que están detrás. Y que conste que ni siquiera hablo de la reforma completa, revolucionaria del sistema económico, que nunca dejo de desear, sino tan solo de intentar que el mal sistema que padecemos, al menos, siga produciendo lo imprescindible para que la gente viva.

Si esta es la solución solo es cuestión de que la banca, quien tiene en exclusiva el dinero, orqueste la manera de reactivar el sistema.


Vale… ¿Qué pasa? ¿No lo hace? Bueno para eso están los políticos. Ellos si tienen objetivos sociales y patrióticos. Ellos serán los que obliguen a la banca a actuar ya que por su propia iniciativa no lo hace.

Bien… ¿Qué pasa? ¿No hacen, tampoco, nada los políticos? Claro, no olvidemos quien maneja a los políticos. Sin los recursos infinitos que la banca ha puesto en manos de los partidos políticos, sería imposible que ninguno de ellos mantuviera el poder que ahora tienen. Ni tampoco se podrían plantear llegar a pasar, de ser la oposición, a ser el partido gobernante en un futuro. Y claro… puestos a elegir entre su poder y salvar del caos a nuestra nación, está claro lo que van a hacer nuestros partidos políticos: asegurarse que la banca no se enfade con ellos. La paciencia del PSOE con la banca será infinita, dice Blanco, y los voceros del PP sin dudarlo, declaran implícitamente, que no consideran responsable a la banca de la no salida de la crisis, al reclamar en exclusiva y con fines claramente electorales, al gobierno salidas "sin culpar a la banca. Lo veo y no lo creo. ¿Seremos los de Falange Autentica (y tal vez el ministro Sebastián) los únicos que nos demos cuenta de que esta situación de quiebra económica generalizada, y aparentemente imparable, es un efecto directo de la nefasta idea de poner en manos de entidades privada, solo interesadas en su propio lucro, el recurso económico, no humano, más importante de cualquier país desarrollado, es decir los recursos financieros?  Bien que lo dudo. Más bien, creo que el problema esta en que la dependencia de los políticos de la partitocracia, es absoluta con respecto a los créditos electorales, repartidos por la banca sabiamente, es decir a partes casi iguales, entre los partidos de la alternancia.

 

Quiero que conste donde sea preciso, que desde mi punto de vista, solo la intervención rigurosa, inmediata, profunda de la banca, es la solución. Para devolver a sus fines sociales los recursos que ahora están en manos de criminales soberbios y crecidos por su poder económico, los que llamamos banqueros y que no merecen más que desprecio. Un segundo paso sería la creación de un sistema crediticio popular y social que pudiera ser gestionado con garantías, no solo de justicia social, sino también, por qué no, de eficiencia económica y de rentabilidad financiera.

 

Quiero decir bien alto que sí, que las pequeñas y medianas empresas y también de manera urgentísima las familias, precisan recibir el crédito que han perdido en estos últimos meses, porque por lo demás, la humanidad no debiera padecer una crisis en el momento de desarrollo económico y técnico en el que se encuentra, discurso al que se apuntan abundantes políticos. Pero quiero también recordar que eso jamás ocurrirá si no se acaba con el actual modelo de banca privada acomodada en la rapiña y la codicia.

Es el momento de la valentía política, antes de que se convierta todo en un desastre irrecuperable, donde solo quepan las lamentaciones y nuevamente la siempre presente sumisión a los banqueros amigos. Amigos solo, de sus propios beneficios.

Enrique Antigüedad