"Que mira, amigo Sancho, que aquello que veis
no son molinos de viento sino gigantes"
(del "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha"
de Miguel de Cervantes)

Querido Sancho:
 
Cuando mis ojos vieron la luz la mayoría de edad se escribía a las veintiuna primaveras, más tarde los del buen gobierno y sus consejeros decidieron que sería a las dieciocho cuando ya tendríamos madurez suficiente para tomar ciertas decisiones. Pues bien, leal y honrado escudero, los gobernantes en este año de Nuestro Señor piensan que no estamos preparados para optar por la forma de Estado que guie nuestros haceres ni para tomar según que decisiones.

Esto, auque a ti te suene a lengua de moros, significa que en la práctica no tenemos derecho a elegir si la más alta magistratura tendrá forma de monarquía o república.

Rajoy y Felipe VI

Los asuntos del Reino, como en tu época, se eternizan en despachos y gabinetes, el pueblo no tiene trabajo, los enfermos llevan años esperando a recibir unos dineros que aprobó una lejana ley de asistencia y las mujeres reciben menos jornal que los hombres por la misma labor, sin embargo este menester sucesorio se resolvió en unos días; para más inri el Rey Nuestro Señor a quien Dios guarde muchos años y sus consejeros deciden, también como en tus años, que después de Él vendrá su hijo, luego el hijo de su hijo y así sucesivamente y, no contentos con ello nos suministran adormidera en formas de mujeres de caduca belleza o de juegos de envite y azar, siendo alguno de ellos y para nuestra vergüenza traidos por el Inglés.

Y mientras tanto Su Majestad cúbrese bien el riñon (sé que te gustan los dichos) por gestiones que, según sus entendederas, son en beneficio de las Españas y distrae su solaz con cortesanas de dudosa moralidad, nacionales y extranjeras, que es de generoso paladar. Todo se complica al contemplar como algunos de los que dicen ser sus contrarios dan más miedo que el hombre del saco o las brujas de las que nos protege la Santa Inquisición y, al final, cajón de sastre y todos en el mismo saco.

En fin, querido amigo, y si me permitís un consejo, quédate en tu Insula Barataria con la Teresa, que yo ya te iré contando.

Alberto