El programa cultural de TVE, Estravagario, dedicó hace ya varias semanas una de sus ediciones a la Falange, a propósito de varias novedades editoriales donde el falangismo, de una u otra manera, está presente. Aunque ya queda algo atrás la fecha de su emisión, merece la pena hacer alguna referencia al contenido del espacio, que, como es lógico, incluyó opiniones dispares y en buena medida discutibles, pero que en conjunto resultó sumamente interesante.

 

Lo primero que nos viene a la cabeza es que, cuando Fernando Sánchez Dragó hizo algo similar en su antecesor Negro sobre Blanco, con ocasión del Centenario de José Antonio, recibió duras descalificaciones de un coro político y mediático defensor de la corrección política, que abrió Javier Tussell desde las páginas de El País. No sería tan descabellado hacer a José Antonio y a Falange objeto de atención cuando, una vez que los nuevos responsables de TVE designados por el PSOE hicieron desaparecer aquel excelente programa literario, su sustituto también ha considerado oportuno abordar el mismo asunto, que no en vano sigue dando origen a una amplia producción editorial.

 

Los invitados de Javier Rioyo para la ocasión fueron Andrés Sorel, autor de la novela El falangista vencido y desarmado (RD Editores, 2006), Manuel Penella, que ha elaborado el estudio La Falange Teórica. De José Antonio Primo de Rivera a Dionisio Ridruejo (Planeta, 2006) y Antonio-Prometeo Moya, quien ha publicado el original relato Últimas conversaciones con Pilar Primo (Caballo de Troya, 2006).

DIFERENCIA ENTRE FALANGE Y FRANQUISMO

 

Todos los intervinientes dedicaron amplia atención a la manipulación de la Falange por parte del régimen franquista. El director y presentador de Estravagario, Javier Rioyo, puso sobre la mesa esta cuestión de la diferencia entre "una formación que estuvo llena -si lo queremos decir de una manera muy positiva- de idealismos, de poesía, de himnos, de ilusiones, de exageraciones en cómo creían que iban a poder transformar el mundo..., y luego una realidad que les va contradiciendo. Casi es la historia de una derrota. Y además desde muy pronto.

 

Especialmente contundente se mostró al respecto Andrés Sorel, remarcando profundas distancias entre el falangismo fundacional y una dictadura para él carente en el fondo de cualquier pensamiento que la sustentase: "Lo que quiero decir con mi novela es que cualquier idea perdió con el franquismo. El franquismo no es más que la ambición del poder. La figura central, que es Francisco Franco, lo único que ambiciona es el poder absoluto. Si media España tiene que morir, morirá. Pero detrás de Franco hay una fuerzas reales que son las que van a vencer: la iglesia y los oligarcas, que no son nada, ni son falangistas ni tienen ningún tipo de idea. En ese sentido, los falangistas idealistas que, equivocados o no –para mí, equivocados-, habían propugnado una salida diferente, una revolución, también son vencidos, perseguidos. No olvidemos que Hedilla es condenado a muerte en el 37 y que se salva por influencias y de milagro, y que Ridruejo también pudo serlo. Cuando acaba la Falange, que eran muy pocos en el 36, llega el aluvión de quienes necesitan enmascarar el régimen con unos mitos, unas siglas, unas vestimentas.

 

Penella coincidió en que "los que tenían una idea revolucionaria eran muy pocos y los que estaban imbuidos de esa ilusión de la Falange teórica, como la llamaba Ridruejo, o de la Falange ideal, los que verdaderamente estaban dispuestos a jugarse el tipo y tenían la idea de que se iba a hacer una revolución nacional, eran verdaderamente pocos.

 

Rioyo subrayó también que "la Falange en la guerra civil se pone al servicio de una causa que no era la suya, era la de algunos militares, y sobre todo triunfa uno de ellos. Y manipulan a la Falange, que enseguida está perdiendo. El 18 de julio parece que ha triunfado, llena de sus símbolos España, pero por más que Franco se hiciera una camisa azul parece que todo era una gran broma.

 

En el tramo final del programa, Sorel insistió en que el franquismo "es totalmente distinto de una evolución, la de los falangistas, "que no sé en qué hubiera parado. Recuerda que "Franco tarda más de un año en anunciar el fusilamiento de José Antonio y va a apartando a todo el mundo. Franco no es sólo él, son los militares africanistas, el Duque de Alba, los cardenales, la Banca Catalana de Juan March... Esa realidad es la que triunfa y a esa realidad le estorba cualquier ideología, porque es simplemente la miseria del poder organizado de forma represora y para mantenerse al precio que sea. Para este novelista "si hubiera triunfado realmente la Falange, no la Falange de los pistoleros sino la Falange de los idealistas, no hubiera habido en los años cuarenta esa España educada en el miedo más pavoroso, la España gris, inculta y brutal de Franco.

 

Con El falangista vencido y desarmado Sorel ha escrito una novela que pretende ser "una historia de amor de dos ideales, el falangista y la mujer podríamos decir liberal, que son derrotados, como todos.

 

PILAR PRIMO DE RIVERA

 

Antonio-Prometeo Moya dedica su libro a la figura de Pilar Primo de Rivera. Aunque sus páginas dan la apariencia de recoger una entrevista real, estamos ante una ficción en la que un profesor de historia contemporanea sostiene, en los últimos días de vida de Pilar, unos diálogos con quien dirigió durante décadas la Sección Femenina.

 

El autor asegura que "hasta cierto punto para mí sigue siendo un misterio esta señora, sobre todo porque, junto a actitudes en que demostraba una fuerza tremenda, perspicacia y cierto sentido de la prudencia política, había otros momentos en que podría decirse que estaba sostenida a condición de no molestar demasiado. Prometeo Moya sospecha que existía un acuerdo tácito entre el franquismo y Pilar Primo de Rivera, "una especie de pacto de no agresión que hacía que se mantuviera este equilibrio de fuerzas.

 

Javier Rioyo recordó que "parece que Pilar le dijo a Hedilla que se resistiera, que no entregara el mando y luego a ella la vemos de manera acomodaticia al lado del franquismo, teniendo ese poder un poco difuso que tiene, pero callándose muchas cosas, adaptándose al medio.

 

DIONISIO RIDRUEJO

 

Manuel Penella fue, durante varios años, secretario de Ridruejo. El autor de La Falange teórica ya había publicado anteriormente un sugestivo volumen: Dionisio Ridruejo, poeta y político. Retrato de una existencia auténtica (Caja Duero, 1999).

 

Considera a Ridruejo "una figura histórica sobre la que hay que volver cuando se quiere entender lo pasó aquí. Respecto a Falange, "junto a José Antonio hay que mencionar como figuras importantes a Hedilla y luego a Dionisio. Penella manifiesta que "Dionisio se encuentra con el "invento" ya hecho, no es que él aporte grandes novedades teóricas al discurso falangista, pero se ocupa de recrear y de adaptar a las circunstancias las ideas que recibe -de forma no solamente intelectual sino con una profunda carga afectiva- del "ausente" José Antonio.

 

A pesar de que al final de sus días Dionisio promovió un grupo político socialdemócrata, tanto el presentador del programa como sus invitados consideraron que no hay un salto en el vacío, sino una progresiva evolución. Javier Rioyo recuerda que "Dionisio Ridruejo es una figura que sigue fascinando, pero también molestando a muchos porque, aunque pronto se arrepintió de algunas cosas, de otras no se arrepintió nunca, a algo permaneció siempre fiel.

 

Penella lo corrobora: "Es una figura que evoluciona. Conocí y admiré al Dionisio demócrata, al Dionisio liberal -en el sentido de Humboldt o de Benedetto Croce, no de Hayek- y gracias a estar a su lado alguna vez también dirigí la mirada al pasado a título de curiosidad retrospectiva. A Dionisio "hay gente –añade Penella- que lo ve como puramente contradictorio, es decir: primero era falangista, partidario del Estado totalitario, y luego un demócrata, naturalmente aquí hay una contradicción. Pues según se mire. Yo tengo la impresión de que su mérito mayor y lo que a mí más me admira desde un punto de vista ético, intelectual, filosófico, antropológico, psicológico..., es que él de alguna manera sobrevivió a la caída de sus ideales de una forma muy personal y, lejos de convertirse, como la mayor parte de los escépticos, en un personaje acomodaticio o -la otra variante, como le ocurrió a Malaparte- en un cínico, él depuró sus ideales y muchas veces me tranquilizó diciéndome: yo democráticamente apunto a la socialización de la riqueza, lo cual demuestra que había una cierta continuidad intelectual y política en su persona.

 

Sorel apostilla en su turno que "yo creo que Dionisio era fiel -y no abjuró nunca de ellas- a unas ideas, a una concepción ideológica de lo que debería ser la revolución falangista. Y recordó que "cuando Ridruejo se va a la URSS se va porque ya se encuentra desplazado del poder y de lo que es la Falange, que no tiene ya nada que ver con la Falange originaria.

 

ALGUNAS OPINIONES DISCUTIBLES

 

Aunque Manuel Penella cree que el pecado original de la Falange es "haber aceptado de forma totalmente acrítica el fascismo, dicha opinión es rebatible, porque el propio José Antonio tiene críticas explícitas al fascismo en un momento en el que eran ajenas a cualquier oportunismo político y en el que no existía la perspectiva histórica que ahora tenemos.

 

Otro juicio de Penella que estimamos muy discutible es cuando afirma que los 27 puntos originarios de la Falange no eran incompatibles con lo que vino después. Es cierto, como él manifestó en el programa, que la derecha antirrepublicana se nutrió luego del discurso falangista, pero en la llamada Norma Programática de Falange Española de las JONS había un contenido –separación entre Iglesia y Estado, nacionalización de la banca, reforma agraria, etc- que era difícilmente asumible por ese sector político y que, de hecho, quedó inédito durante el franquismo. El franquismo constituyó un Estado confesional y, aunque tuvo cierto paternalismo en lo social que llevó a algunas leyes avanzadas en ese orden, no llegó ni de lejos a la visión anticapitalista y transformadora que profesaba el falangismo.

 

LIBROS RECOMENDADOS

 

El tramo final de Estravagario sirvió, como es habitual, para que los invitados recomendaran algunas obras.

 

Dejando a un lado las orientaciones puramente literarias que no guardaron relación con el tema del programa, podemos reseñar que Antonio-Prometeo Moya recomendó tres relatos sobre la guerra civil: Madrid, de corte a checa, de Agustín de Foxá, Las buenas intenciones, de Max Aub y El asedio de Madrid, de Eduardo Zamacoide.

 

Penella, por su parte, recomendó la lectura de La División Azul de Javier Moreno y la biografía José Antonio Primo de Rivera, retrato de un visionario, de Julio Gil Pecharromán.