Las últimas cifras de la economía española y, lo que también es importante, el pulso de la calle son contundentes a la hora de reflejar la grave recesión por la que atraviesa nuestro País.

 

En pocos meses hemos pasado de las mentiras preelectorales del PSOE negando la mayor, a las mentiras postelectorales del gobierno ZP proclamando que la culpa de todo la tiene la crisis del sistema financiero de los Estados Unidos y que en España, gracias a su gestión, la sangre no llegaría al río.


Independientemente del patetismo de este gobierno, quizás el peor de toda la etapa democrática que ya es decir, con sus declaraciones, contradeclaraciones, medidas y promesas huecas, es evidente que estos sujetos han vivido cuatro años de rentas tan dudosas como la catástrofe del petrolero Prestige frente a las costas gallegas, la manipulación tendenciosa de la oposición a la invasión de Irak por "nuestros (sus) aliados o de remover los odios que creíamos enterrados de la pasada guerra civil, dando carpetazo al llamado espíritu de la Transición política española y dejando al descubierto con ello el verdadero rostro de la izquierda revanchista.

 

Una vez se les ha acabado el repertorio, han quedado con el trasero al aire mostrándose como lo que realmente son: una partida de golfos demagogos y, por encima de eso, unos ineficaces que han arrastrado por los suelos a la gestión de lo público, provocando consecuencias tan dolorosas como que las cifras del paro hayan aumentado por encima de los tres millones cien mil compatriotas, con el componente trágico que ello implica para tantas familias españolas.


Con todo lo grave que es la situación anteriormente descrita, el panorama nacional no presenta ya ningún dato que nos haga sentir optimistas, simplemente porque creemos que el modelo político español está agotado. El estado diseñado por la Constitución de 1978, que buscaba la modernización y descentralización en un marco de libertades, no da más de si porque quienes están llamados a defenderlo y servirlo lo han exprimido en provecho propio. Y así, han ido desapareciendo los políticos servidores de la Nación para dar lugar a una casta de privilegiados que viven del trabajo de los ciudadanos y cuyo único objetivo es defender sus propios intereses, cada vez más alejados de los públicos.


Sueldos no acordes con el trabajo que realizan y puestos por ellos mismos, gastos de representación, asesores, enchufados, despilfarro sin control…tanto de la administración central del Estado como de las periféricas, especialmente los 17 paisitos en que se han convertido las comunidades  autónomas, hacen insostenible el actual modelo y piden a gritos la regeneración a través del cambio de nuestro sistema de gobierno y convivencia.


Por eso FALANGE AUTÉNTICA quiere manifestar su firme voluntad de lucha contra esta situación y declara su disponibilidad para conformar un frente ciudadano que devuelva a la política su noble función de servicio a España. Estamos convencidos que hay que ir a la raíz del mal para acabar con éste y sólo una República de amplia base social, asentada sobre fundamentos éticos devolverá a nuestra Nación por la senda de la Justicia y el Progreso.