Sin duda, la elección de Rosa Díez como diputada es la mejor y mayor bocanada de aire fresco para la democracia española nacida de la Constitución de 1978.

Rosa Díez, con su hondo reformismo, abre una brecha en la ranciedad política que nos invade. Ahora Rosa Díez, sin embargo, tiene que afrontar la tarea de delimitar el espacio de su partido, pasar de la protesta a la propuesta.

Cuando sus problemas en el PSOE entraron en una vía de difícil solución, se le ofrecieron las listas de Falange Auténtica como soporte para su quehacer político, aunque evidentemente Rosa Díez no pertenece a lo que llamamos falangismo democrático, si bien posiblemente se la pueda considerar como lo más cercano a los planteamientos de FA.

Rosa Díez y su partido UPyD no son falangistas democráticos porque su programa socioeconómico no pasa de un tímida socialdemocracia que renuncia a indagar en las causas profundas de la actual situación de infelicidad que, por motivos laborales o profesionales, afecta a millones de personas en España y en el mundo. Cuestionar el capitalismo puede ser políticamente incorrecto pero sigue siendo una alta tarea moral.

Rosa Díez y su partido UPyD no son falangistas democráticos porque su proyecto de regeneración de la democracia se limita a una loable propuesta de cambiar la Ley Electoral y reformar los mecanismos de elección del Consejo General del Poder Judicial, propósitos ambos tan necesarios como insuficientes si lo que se pretende es iniciar una profunda penetración de la democracia en todos los ámbitos de la vida, consiguiendo que no solamente sea un mecanismo de elección sino también el modo de participar en las cuestiones con nos afectan.

Rosa Díez y su partido UPyD no son falangistas democráticos porque su reivindicación de la idea de España se está construyendo sobre el antinacionalismo, pero cuando se considera que, en palabras de José Antonio, "los anti están desterrados de nuestro léxico como si fueran tapones para las ideas, además hay que ofrecer, en el plano del patriotismo, un proyecto lo suficientemente sugerente para integrar incluso a los que en principio no nos quieren.

Rosa Díez y su partido UPyD no son falangistas democráticos porque esta corriente de pensamiento participa de una filosofía política asentada sobre la concepción personalista de la sociedad, en la que el hombre es el sistema y, junto con los planteamientos más inmediatos de tipo político y económico se afrontan cuestiones que tocan de lleno a la dignidad del ser humano. Por eso, sin caer en el dogmatismo catolicista o laicista, tan carentes a veces de humanidad, se intenta buscar una postura en cuestiones morales que responda al sentido común y al respeto a la vida humana. Un postura que no se identifica plenamente con ninguna de las dos partes en las que los políticos españoles se empeñan en dividir a la sociedad española.

Con todo, Rosa Díez y su escaño en el Congreso de los Diputados es lo mejor que nos ha pasado en la actual etapa democrática. Rosa Díez encarna valores de patriotismo social muy positivos para todos, valores que ella presenta de una forma nueva y atractiva, como siempre lo hizo el falangismo democrático. Ella tiene ahora un altavoz inmejorable. Vamos a escucharla.

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