Ya han transcurrido cuatro años desde que un día Bush se levantó con ganas de comenzar una guerra y los tontos útiles de aquel momento decidieron secundar su idea. Y se cumplen cuatro años de sangre, de injusticias, de violencia injustificable e incontrolada, de asesinatos y de tristeza. Entre todos los implicados han logrado que en la actualidad, y por desgracia, Irak sea sinónimo de muerte.

 

En estos cuatro años han muerto más de cien mil civiles, de los que más de la mitad fallecieron no por causas de violencia directa sino por las deficiencias de infraestructuras y de servicios sanitarios provocadas por la desastrosa situación. Cien mil inofensivos ciudadanos que han pagado la osadía de nacer en un país al que el chulo de la Casa Blanca decidió cogerle manía. Con esas cifras, no parece que haya ni una sola familia iraquí que no haya sufrido las consecuencias de la embestida aliada.

 

Durante este cuatrienio más de dos millones de iraquíes han tenido que huir de su país y casi otros dos tuvieron que cambiar su vida en la capital y buscar una vida un poco menos peligrosa lejos de Bagdad.

Los continuos atentados, mil de media a la semana, han logrado que, salvo los de mayores consecuencias, pasen desapercibidos para la prensa internacional. Parece que cien personas asesinadas y más de cuatrocientas heridas cada día no sirven ni siquiera para rellenar portadas.

 

Hace cuatro años, Falange Auténtica, junto con otros colectivos políticos y sociales, salió a la calle para decirle al gobierno español de aquel momento, del Partido Popular, que no apoyase esa guerra, ese ataque injustificado, esa clara violación de los derechos humanos. Fueron millones de personas las que se manifestaron en todo el mundo, pero a los matones de turno, a los abusones de la clase, les dio exactamente igual la presión y la opinión de sus ciudadanos. Resulta cuanto menos bochornoso escuchar al actual secretario general del PP exigirle al gobierno actual, del PSOE, que escuche a los ciudadanos en sus protestas contra la claudicación ante ETA... ¿Antes no y ahora sí?

 

Hoy, cuatro años después, los falangistas auténticos volvemos a insistir en el cese de la agresión norteamericana y en el regreso de la paz y la verdadera libertad para el pueblo iraquí. Del mismo modo, condenamos a todos los que fomentaron el comienzo de esta agresión y muy especialmente a la persona que en nombre de todos los españoles nos involucró en este salvaje ataque por la asquerosa recompensa de fumarse un puro con las botas encima de la mesa del que se ha erigido dueño del mundo. Qué pena que no se le atragantase.

Bario