Preguntas para un debate

¿A qué edad nos reconocerán nuestros padres de la patria la mayoría de edad democrática? La mayoría de edad legal ¿no es a los 18 años? Entonces, ¿por qué, si ya hemos cumplido 30 de democracia, no nos conceden por fin la carta de ciudadanía plena?

 

¿Qué justificación tiene a estas alturas que sigamos sujetos a las listas cerradas y bloqueadas que las cúpulas de los partidos nos dan confeccionadas, casi siempre por criterios de docilidad y servilismo a unas siglas y no de valía política? ¿Cómo se explica que aún no podamos elegir libremente a nuestros representantes políticos sin ataduras? ¿Y cómo es posible que esto se mantenga incluso en las elecciones locales en municipios rurales, donde las personas se conocen y se tratan directamente?

 

¿Por qué los alcaldes son elegidos por los concejales, interpretando en ocasiones –con mayor o menor acierto- cuál sería la voluntad de sus electores –como acabamos de hacer en Ardales- pero también en otros casos guiándose por compadreos políticos y repartos de influencias? ¿Por qué no una segunda vuelta que permita la elección directa de alcalde por los vecinos cuando ningún grupo político haya alcanzado mayoría absoluta de concejales?

Un concejal de FA coordinó la participación municipal en la 1ª votación por internet en España

¿Qué sentido tiene un Senado que duplica las funciones del Congreso (y, de paso, el número de funcionarios, el número de parlamentarios, el número de sueldos, el número de días que se tardan en tramitar las leyes…) como mera cámara de segunda lectura, sin ejercer verdaderamente la representación territorial que tiene constitucionalmente atribuida sino, como el Congreso, sólo la representación de los partidos?

¿Por qué no cabe sectorializar –por ámbitos sociales o económicos, incluso introduciendo la democracia asamblearia allá donde sea posible- y/o territorializar de verdad –por distritos, por barrios, etc.- una parte de la representación política y someterla a mandato imperativo, de forma que esos representados puedan revocar a su representante y que no siempre nos estén exigiendo cheques en blanco para cuatro años?

 

¿Por qué para presentarse a unas elecciones legislativas hay que hacerlo forzosamente bajo el paraguas de un partido político?

 

¿Por qué no se exige a los partidos el cumplimiento efectivo del mandato constitucional de tener un funcionamiento interno democrático?

 

¿Por qué no se reduce la financiación pública de los partidos, limitando el innecesario dispendio de las campañas electorales? ¿Por qué no se favorecen alternativas más pedagógicas que esos mítines entendidos como mera puesta en escena para convencidos? ¿Por qué no se prohíben las precampañas , concebidas hoy como campañas electorales encubiertas que comienzan antes del plazo legal? ¿Por qué no se priman las campañas más ecológicas frente al derroche y la proliferación abrumadora de cartelería? ¿Por qué no se favorecen las campañas en la red, los debates en la televisión, la intervención de todas las opciones en medios públicos en condiciones de igualdad en cada proceso electoral…? ¿Por qué no se promueve, en definitiva, todo lo que contribuya a tener electores más informados y se limita por el contrario aquello que supone mera exhibición de poderío económico y mediático?

 

¿Por qué no se introducen mecanismos de participación directa de los ciudadanos? ¿Por qué no se crean consejos sectoriales, comisiones mixtas, etc., en distintos ámbitos? ¿Por qué no se utilizan las nuevas tecnologías para promover la participación, por qué no se apuesta por la e-democracia mediante pequeños referendos electrónicos vinculantes -empezando a ensayarlos en el ámbito local, como se hizo precisamente en 2003 en El Hoyo de Pinares con la coordinación del teniente de alcalde de Falange Auténtica- y foros consultivos de participación ciudadana utilizando la red? ¿Por qué nuestros representantes públicos no tienen blogs u otros mecanismos similares para mantener contacto directo y diálogo con sus supuestos representados…?

 

Son preguntas sin respuesta que algunos ciudadanos de a pie nos hacemos : quienes no aceptamos resignadamente que las cosas necesariamente tengan que ser siempre como eran hace treinta años, el 15-J. Tres décadas después de aquellas primeras elecciones democráticas, seguimos regidos prácticamente por la misma normativa electoral del inmediato posfranquismo. Seguimos limitados a esos "dos minutos de libertad ante la urna, un gesto con el que, en lugar de empezar, termina toda la participación política que nos está permitida. Muchos españoles, acostumbrados a largos años de dictadura antes y de tutela paternalista ahora, encuentran cómodo delegar los asuntos públicos en manos de políticos profesionales. Y éstos, los del PP, los del PSOE, los de IU y los nacionalistas de todo pelaje, me temo que seguirán mirando para otro lado cuando se les plantean estas cosas: a lo largo de la historia, los intermediarios nunca han querido que se ponga en riesgo su negocio. Pero siempre tiene que haber voces contracorriente que hagan preguntas tan elementales como incómodas. Porque esas preguntas a veces esconden la semilla de un futuro distinto.

 

Selenio