J. Félix Machuca en ABC, 20.02.07:

"AIRE, AGUA Y JABÓN

(...) Fue ensordecedor. Sólo un treinta y seis por ciento de los andaluces llamados a votar para reformar el Estatuto cogieron su papeleta y lo hicieron. El resto se perdió. No acudió a la cita. Invirtió el día en sacarle jugo a la chispa de la vida soleada de un domingo de carnaval y en interpretar la mayor pitada política que en esta comunidad se recuerda. Una pitada en forma de abstención. Una pitada en forma de eso no va conmigo. Una pitada que venía a decir que allá los políticos con sus cosas. Pero yo (el sesenta y cuatro por ciento de los andaluces, siete de cada diez) no quiero que me toméis por bobo.

 

Y la pitada de la abstención, de la desmovilización electoral más absoluta que recuerda la historia de las consultas andaluzas se convirtió, con semejante respuesta, en la cefalea más inoportuna que vino a agriar un día que la mayoría de los políticos andaluces se lo prometieron hermoso, feliz, festivo y muy democrático. Pues bueno, sólo fue muy democrático. Porque la gente, ejerciendo el sagrado deber de la abstención cuando entiende que están jugando con ellos al abejorro del Estatuto, se quedó afanada en sus cosas y como tal cosa pasó, democráticamente, de sentirse un bobo útil. (...) Los andaluces le dijeron a los políticos del sí que, oye, compadre, muy bueno lo tuyo, pero ésa no es mi guerra. Ésa es tu guerra. La mía, como ciudadano, os interesa más bien poco. Así que a la tuya van a ir ustedes y luego me contáis que pasó.

Y pasó que fueron ellos a su bola, a su guerra inventada del Estatuto a la fuerza. Y digo a la fuerza o de manera forzada porque la gente, los ciudadanos, los electores jamás expresaron la necesidad de reformar un Estatuto que aún tenía muchas cosas por exprimir. Las veces que he podido hablar sobre la reforma estatutaria andaluza ha sido con colegas de la profesión o con políticos. Fuera de ese ámbito digamos tan profesional nadie, absolutamente nadie me ha preguntado ni ésto sobre el Estatuto. Cero absoluto. Nada. (...) ¿Reformar el estatuto? Y eso qué es... La calle, los ciudadanos saben que en Andalucía quedan muchas reformas pendientes. Sobre todo las que les afectan. Los días de espera en las listas de Sanidad; reformas de las comunicaciones entre oriente y occidente; reformas de la enseñanza para rebajar el nivel de embrutecimiento que dicen las estadísticas que tienen nuestros hijos; reformas de un sistema político tan clasista y excluyente que aún siguen en activo rostros que nadieron a la política en la famosa foto de la tortilla... Esas reformas sí pertenecen a las exigencias de la ciudadanía. Pero poco o nada de eso se recoge en el nuevo Estatuto (...).

 

(...) No sólo en la calle la reforma estatutaria, el debate político ha sido inexistente. (...) Han hecho una campaña para ellos. Contra ellos. Metiéndose las manos en los bolsillos para que los unos le sacaran la guerra de Irak y los otros el 11-M. Pero los tíos seguían empeñados en no explicarles nada a los andaluces. A lo suyo. A su guerra (...)

 

¿Van explicándose un poco lo que pasó el domigno en Andalucía? Bueno, pues tranquilidad y buenos alimentos porque podemos asistir a pitadas tan sonoras como éstas en otras latitudes. No creo que sea sólo y exclusivamente Andalucía la comunidad que tenga muchos motivos para silbarle a sus galácticas estrellas de la política (...). Por que el problema no es Cataluña, Andalucía, País Vasco, Galicia o Canarias. El problema es la distancia tan enorme, el Kalahari tan inmenso que separa a la sociedad civil de la clase política. El desfiladero tan insalvable que existe entre los intereses de la partitocracia y los anhelos y deseos de los ciudadanos. Ése es el problema. Y ese problema no lo soluciona ni uno ni cien estatutos. Lo soluciona la decencia. La moral. La idea de llegar a la política para hacer cosas para la gente y no sólo y excluisvamente para tu partido. Escuchar lo que necesita la calle y no lo que sueñan los brujos en sus fantasmales laberintos. (...) Eso es lo que estamos necesitando desde hace tiempo. Aire. Mucho aire. Abrir las ventanas y las puertas del sistema para que la claridad lo desinfecte. Que no falte el aire. También su jabón y su agua. Pero aire. Un aire nuevo que sea capaz de oxigenar las estancadas estancias de un poder inmóvil y rancio para devolverle a la gente, a los ciudadanos, la pasión y la fe en sus políticos. Cambiad. Porque la afición le está cogiendo el gusto a pitaros..."