Cuando asoma en el horizonte el año 2007, ponemos en marcha esta nueva sección, Si Falange Auténtica estuviera en el Parlamento…, en la que intentaremos ir mostrando lo que podrían ser algunas de nuestras actuaciones en el caso de obtener representación parlamentaria.

 

Aunque Falange Auténtica cuenta hoy con presencia institucional en Ayuntamientos españoles, carece aún de representación en el Congreso y el Senado.

FA es un grupo político joven, fundado hace tan solo cuatro años, que sólo tuvo oportunidad de concurrir a unas únicas elecciones generales, las de marzo de 2004, marcadas por la conmoción que siguió al 11-M. El tremendo impacto que provocó en la opinión pública el más sangriento atentado de nuestra historia se tradujo en una evidente bipolarización, que acrecentó, aún más si cabe, la dificultad que ya de por sí tiene cualquier discurso alternativo para abrirse paso en el círculo cerrado que conforman los macropartidos dominantes, los medios de comunicación afines a los mismos y los poderes económicos que sustentan a ambos.

 

Por eso queremos poner de manifiesto que nuestro papel en las Cortes sería muy distinto al de los partidos al uso y que quienes se acerquen a esta web comprueben que puede haber una voz distinta que les represente realmente. Y quién sabe si quizá eso contribuya a que vayan perdiendo el miedo a salirse del guión establecido sobre un voto útil que a la postre nunca es tal.

Queremos mostrar que llevaríamos a las cámaras un discurso fresco, audaz, transgresor, fuera de los manidos tópicos a los que nos tiene acostumbrados nuestra clase política.

 

Que hablaríamos alto y claro. Que utilizaríamos un lenguaje distinto, el lenguaje de la calle, y no esa sucesión de palabras gastadas, lugares comunes, circunloquios, expresiones vacías y eufemismos incomprensibles con los que se expresan los actuales diputados y senadores para no decir nada o para que no se les entienda lo que dicen.

 

Que demostraríamos que se puede hacer política desde posiciones ajenas al sectarismo que nos domina, que la oposición y el gobierno pueden y deben coincidir a veces, que no todo lo que hagan o propongan otros grupos tiene que estar siempre mal por principio ni todo lo que haga o proponga el grupo propio tiene que estar necesariamente bien, que sabríamos reconocer por ello los aciertos ajenos y los errores propios, algo absolutamente inusual en la política de intereses que hoy prevalece. Que se puede ir al parlamento atendiendo honradamente a los planteamientos de fondo y sin el carnet del partido en la boca. Que se puede ser, a la vez, los más exigentes críticos en lo que se considere negativo y los más estrechos colaboradores en lo que se entienda como positivo.

 

Que se puede y se debe hablar de lo que importa a las personas de a pie, a la gente de la calle, aunque no entre dentro de los intereses de los partidos, y por tanto, que puede haber una voz que hable de vivienda, de sanidad, de empleo, de educación…, de problemas cotidianos, y no sólo de negociaciones con terroristas, de reformas de estatutos de autonomía, de memoria histórica…, debates que generan artificialmente los políticos y que tantas veces resultan ajenos a los intereses ciudadanos.

 

Lo que recogeremos en esta sección, obviamente, no pretende tener un carácter exhaustivo, no es, ni mucho menos, todo lo que plantearíamos si estuviéramos presentes en el parlamento. Son sólo apuntes, algunas de las cosas que haríamos o diríamos, para demostrar que hay esperanza, que no es obligatorio votar a los unos o a los otros, a los de siempre, y lamentarse luego durante cuatro años. En definitiva, que hay otra forma de hacer política.