¿Tan difícil es la unidad falangista hoy día, no creéis que la unión hace la fuerza?

- Pregunta enviada por J.

Desde su misma etapa fundacional la Falange ha mostrado una tendencia natural a fragmentarse. Ni siquiera el mismo José Antonio puedo erradicar esta mala costumbre debiendo enfrentarse, entre otras, a la sonora disidencia de Ramiro Ledesma, a la sazón Presidente de la Junta Política de FE de las JONS, que tiene lugar a comienzos de 1935.

Desde entonces la realidad falangista no ha sido otra que la disociación. Siempre, hasta donde la memoria alcanza, han existido varias Falanges. A estas alturas del siglo XXI, paradójicamente, la raíz de la fractura continúa nutriéndose del trauma causado por la Guerra Civil y el franquismo sobre la mentalidad falangistas. Por más que les pese, una parte de los grupos falangistas activos en la actualidad mantienen su referente más inmediato en la época de Franco. O, tal vez, fuera más preciso conjugarlas en plural para decir “las épocas de Franco” ya que algunos prefieren al Franco fascista de la guerra e inmediata postguerra mientras otros se identifican mejor con el Franco que inventó el llamado nacional-catolicismo, que tanto perturbaba al Pontífice de los últimos años del régimen, S.S. Pablo VI.      

Por su parte, Falange Auténtica ve imposible cualquier movimiento de unidad hacia grupos o personas que:

  • Expresen o inspiren el menor gesto de benevolencia, cuando no de simpatía, hacia el régimen franquista que condenó a muerte al sucesor de José Antonio en la Jefatura Nacional de la Falange, Manuel Hedilla, para hacer de esta noble causa el acompañamiento coreográfico de todos sus antojos y sus desmanes.
  • Expresen o inspiren la menor benevolencia o simpatía hacia la ideología criminal del fascismo. Sea el alemán o el italiano. Sea el clásico o el de nuevo cuño. Sea el abiertamente racista o el taimadamente culturalista.  
  • Expresen o inspiren la idea, radicalmente antidemocrática, de la existencia de una instancia o entidad superior a la voluntad de los españoles expresada en las urnas como referente último de la legitimidad y el ejercicio del poder político. Por más que tal referente sea de naturaleza religiosa, filosófica, sociológica o de cualquier otro cuño.