El precio de la vivienda vuelve a subir, parece que viene otra vez una burbuja inmobiliaria, ¿cuales son vuestras medidas para solucionarlo y como pinchar la burbuja del alquiler?

- Pregunta enviada por J.C.

La subida del precio de la vivienda es un indicador de primer orden sobre la recuperación de un sector importante de la economía, motivo de esperanza sobre el final de la larga y profunda crisis en la que nos hallamos sumidos.

Ciertamente, esa elevación del precio debe ser atajada desde la perspectiva falangista. Por dos motivos. El primero, porque los falangistas consideramos la vivienda como bien de primera necesidad al que todos los españoles tienen derecho por la simple razón de serlo; los precios deben permanecer en la banda que permita la adquisición de una vivienda digna para todos y según su capacidad económica. El segundo porque, efectivamente, un crecimiento descontrolado de los precios puede conducir a convertir la vivienda en objeto de especulación provocando una nueva burbuja económica, cuyos efectos –lamentablemente- nos son bien conocidos.  

Según FALANGE AUTÉNTICA, el alza de los precios debe amortiguarse actuando políticamente tanto sobre la oferta como sobre la demanda.

En lo que atañe a la oferta, deben establecerse medidas impositivas para que afloren al mercado de la venta o el alquiler las viviendas vacías, que algunas fuentes cifran en unos escandalosos 3,4 millones. Es evidente que toda ese potencial se halla agazapado a la espera de la nueva burbuja inmobiliaria, para ser ofertado –entonces, sí- al mayor precio posible para generar beneficios desorbitados al tiempo que serios problemas estructurales a las familias y al conjunto de la economía. FALANGE AUTÉNTICA es partidaria de establecer un fuerte impuesto a estas propiedades “en barbecho” para que la tentación de los especuladores no resulte tan rentable y el mercado se reactive. Un aumento de la oferta debe conducir, en pura teoría, a un decrecimiento de los precios.

En lo que atañe a la demanda, debe prohibirse constitucionalmente cualquier tipo de “rescate” a la banca. El crédito debe fluir y el Estado plantearse la posibilidad de gestionarlo ante el temor de los bancos. El crédito debe concederse de manera racional, estudiándose detalladamente la capacidad de endeudamiento del solicitante. Ese es el papel de los bancos y, bajo ningún concepto, debe repetirse el criminal “modelo Aznar”: que sea la sociedad en su conjunto quien responda –vía impositiva- al despilfarro crediticio de las entidades bancarias. Aquí, cada cual debe asumir sus riesgos. Una capacidad de endeudamiento racional y limitada afectaría al potencial de la demanda y, de nuevo en teoría, influir a la baja sobre el precio de la vivienda.