por C. Roldán

 

El 14 de Abril pudo ser el inicio de la Revolución Española, la que no tuvimos. Una revolución que como toda revolución verdadera, debía buscar el encuentro de un pueblo consigo mismo y con su destino: Destierro para el Rey, promesas de alfabetización, Reforma Agraria, Igualdad social y Democracia, aun hoy estas reivindicaciones siguen estando vigentes. Una por una.

Aquella revolución fue echada a perder por aquellos que vieron amenazados sus privilegios, contra los que tanto advirtiera Jose Antonio Primo de Rivera y también por aquellos que nunca la quisieron más que como algo transitorio para otra cosa, como también advirtió Jose Antonio Primo de Rivera. Unos manipularon su mensaje durante cuarenta años y encarcelaron a los falangistas auténticos, otros asesinaron a quien en palabras de Buenaventura Durruti “era la última esperanza de reconciliación en España” Quienes la quisieron fueron maltratados por unos y por otros.

Hoy la monarquía juan carlista no ha significado una revitalización del impulso de constituirnos en Nación avanzada que arrancó en 1812 y cuya manifestación fue también el 14 de Abril de 1931, antes bien nos encontramos con un sistema monárquico que convive cotidianamente con la corrupción, que confunde autonomismo o federalismo con neofeudalismo, y con una clase política constituida en policías y voceros de los capitales transnacionales.


Según datos del Catedrático Juan Torres López Todavía a finales de 2006 solo una veintena de grandes familias eran propietarios del 20,14% del capital de las empresas del Ibex-35 y una pequeña elite de 1400 personas, que representan el 0,0035% de la población española, controla recursos que equivalen al 80,5% del PIB.

La economía española se ha debido incorporar a las condiciones generales que impone la globalización neoliberal, ha renunciado a cualquier tipo de protección, ha puesto a disposición de los capitales extranjeros sus mejores activos, toda su industria y la práctica totalidad de sus sectores económicos, en donde el capital extranjero es ya prácticamente dominante en su totalidad. Pero, al mismo tiempo, no ha alcanzado los estándares de bienestar y de protección.

Nuestro Pais se ha modernizado, se ha incorporado a la cultura de las Nuevas tecnologías, ha mostrado su voluntad de poder emergiendo a la modernidad en muchos sectores pero no cuenta con una clase política a la altura, ni un sistema administrativo avanzado, ni una proyecto de pais abierto a la posmodernidad y al futuro en un conjunto de la humanidad fraterna, ecológica y respetuosa con la diversidad cultural de cada pueblo.

Hay que salir de esta prehistoria política, hay que olvidarse de las estructuras decimonónicas como los partidos y las monarquías para abrirse a una posmodernidad republicana, con democracia directa gracias a las nuevas tecnologías, un proyecto de pais unido y diverso a la vez en un mundo interdependiente que colabora en la supervivencia de la especie y el planeta.

Los que desarticulan a España hoy son los mismos que ensucian el planeta y mandan al hambre a millones de personas, la Tercera República debe abrirse no sobre heridas antiguas sino sobre las urgencias modernas, que son muchas, por una España Unida y Republicana en un Mundo solidario.