Actualidad

Conoce la actualidad de Falange Auténtica

No nos la merecemos pero la tenemos a raudales. El pueblo español, que da con pasión, que vive intensamente, que siente sin complejos y que las más de las veces se enfrenta al destino a puerta gayola, merece algo más de imaginación que de la que hacen gala nuestros políticos.

Y es que da igual de donde venga lo que tenga que venir, cuando de ideas brillantes e imaginativas se trate, lo mediocre no vale. Hay un mínimo que podemos pedir a nuestros políticos en estos tiempos de identidad indefinida e irreconocible, de crisis existencial de la nación española, de triste falta de proyecto de vida en común, sea sugestivo o del tipo que sea. Y ese mínimo que podemos pedir es que no seamos gobernados por una banda de conformistas. Como somos ambiciosos, queremos ambición. Como somos valientes, queremos audacia.

Porque sabemos que nuestros políticos debieran ser ambiciosos en la búsqueda de soluciones y acciones para la mejora continuada y clara de las condiciones de vida de los españoles presentes y de los futuros. Pero igual sabemos que en esto nuestros políticos no lo son.

Eso sí, ambiciosos si lo son a la hora de repartirse cargos para ellos;  que si no sé cuántos ministerios, que si la presidencia del gobierno, de la nación o de cualquiera de las diecisiete taifas… muy ambiciosos a la hora de colocar a los familiares y amigos en puestos de confianza muy bien pagados pero con descripciones del puesto de trabajo harto vagas… ambiciosos en los sueldos y en los beneficios que obtienen ellos, de ser, como lo son, semidioses del Olimpo. Porque los políticos se han convertido en seres tocados por la providencia para ser representantes democráticos del resto de nosotros, meros mortales agobiados las más veces por las deudas, y siempre por la incertidumbre.

Qué pena que estos seres de otro planeta al final no tengan casi nada que ofrecer de cara al futuro.

Y no será porque no haya tajo ¿eh?

El futuro nos pisa los talones y se confunde cada vez más con el presente. Ahí está el nuevo paradigma donde la producción va desplazándose hacia nuevas actividades, relegando algunas de las tradicionales ocupaciones humanas a memorias, y a convertirse muy pronto en actividades innecesarias.

Y no es ciencia ficción, es el día a día del desarrollo de tecnologías de todo tipo en campos como la inteligencia artificial, la robótica o la cuasi mágica impresión en 3D.

Y a esto, ¿cómo respondemos? ¿Cómo responden nuestros políticos? Porque de esto deberían ocuparse en lugar de hacer tanta aritmética parlamentaria. Siéntense sus señorías todos juntos y piénsenselo un poco, que España ya ha perdido demasiados trenes y este como nos descuidemos lo perderemos también. Todo mientras, ustedes miran idiotizados, por ejemplo, al muy idiota e inútil 'procés', sin saber cómo atajar un problema que, claro, es de egoísmo y mala baba, pero también de desamor e incomprensión. Desamor bidireccional, no se olvide.

En España tenemos medios para formarnos de manera excelente y a pesar de ello, nuestros jóvenes se van de España a ofrecer de saldo su creatividad y profesionalidad. Dando unos resultados que alcanzan en el resto del mundo niveles de excelencia, que deberían haber sido motivo suficiente para que en España, su nombre estuviera en la nómina de una empresa potente y creativa, en lugar de en la lista de los demandantes eternos de empleo.

Solo un ejemplo, de lo que deberían estar pensando los políticos: en la formación y la creación de un ambiente propicio para la creatividad, para no malgastar talento.

Pero hay mucho más:

Simplificar la pesadísima burocracia que padecemos. Ahorrar en administraciones duplicadas y triplicadas en los niveles autonómico y local.

Hacer de la justicia social una herramienta de creación de seguridad jurídica y de lucha contra la explotación y no un mero instrumento de destrucción de las empresas. Que hay casos… 

Imaginar maneras de aumentar la recaudación de impuestos, bajando los impuestos. Es sencillo, más contribuyentes pagando, pueden pagar menos, pónganse a pensar… dejen respirar al contribuyente, y lo mismo así deja de ser la defraudación un deporte nacional.

Empezar a mirar hacia afuera y ser pioneros en dar servicio al mundo global. Nuestro idioma nos lo permite… seamos inteligente y fomentemos también una enseñanza eficiente del inglés y nos convertiremos en líderes en cien mil áreas de la nueva economía.

Y suma…

Y sigue…

¿Hasta cuándo nuestros políticos, tan imaginativos para planear sus vacaciones van a permitir que un gran número de nuestros mejores, precisamente, solo pisen España cuando están de vacaciones?

¿Hasta cuándo vamos a tener que ser un país de talento e imaginación gobernados por la mediocridad?

¿Cuándo vamos a darnos cuenta que estamos haciendo algo rematadamente mal en la manera de elegir a nuestros representantes?

Enrique Antigüedad

Dentro de un especial dedicado al activismo político, el diario Público se hace eco de la campaña FA contra la expansión sin control de la ganadería industrial. Una campaña en la que venimos trabajando desde hace más de un año.

Este artículo pone como ejemplo de activismo la labor de Falange Auténtica, recalcando el autor  “que la Falange Auténtica sí ha utilizado cartelería en contra de las granjas para vender su oferta electoral en un nicho que antes era monopolio de la izquierda.”

En realidad, la izquierda lleva décadas fingiendo defender el medio ambiente, pero cuando gobierna no sólo no es su prioridad, sino que incluso es nefasta para el mismo.

Captura del artículo de público

El caso de García Page con las macrogranjas porcinas es una vergüenza de manual, o como los nacionalistas han permitido que la cuenca de Ter se contamine hasta niveles insoportables. Quemar la tierra y contaminar los acuíferos con exceso de nitratos, no es de derechas, ni de izquierdas, como bien sabemos en Castilla la Mancha donde PSOE y PP han votado en contra a una moratoria a las macrogranjas a espera de un estudio de su impacto.

Para nosotros, estar en contra de la ganadería industrial no es de izquierda, ni de derechas, ni siquiera es exclusivamente falangista, es defender el futuro de nuestra tierra, es sentido común, es auténtico patriotismo.

A los partidos o grupos que viven de perpetuar la división social entre izquierda y derecha esto les descoloca, porque les rompe el discurso que les sirve para vivir del cuento y actuar contra el bien común.

Defender el medio ambiente y el futuro de los pueblos no es de derechas ni de izquierdas, ni exclusivamente del falangismo auténtico... es cuestión de honradez y sentido común.

¿Cómo no? Con más de tres millones de desempleados, con las condiciones laborales de los que no están desempleados bajo mínimos históricos, cuando la desigualdad y la injusticia siguen siendo el pan nuestro de cada día, ¿quién no quiere un gobierno de izquierdas en España? Nosotros desde luego sí que lo queremos.

Ahora bien, y para que conste por escrito, es necesario primero hacer algunas definiciones para que esta afirmación sea entendida.

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La materia u objeto de la política es el poder.

Genéricamente, el poder se define como la capacidad de obrar, como la capacidad de producir efectos.

En términos sociales el poder se identifica con la capacidad del hombre para determinar la conducta de otros hombres. En consecuencia la política se refiere, prima facie, a las relaciones entre dos ámbitos de la realidad social que son los de la autoridad y los de la obediencia.

Apenas delineadas estas primeras definiciones básicas ya aparece una propuesta política (es decir, una reflexión sobre el poder y su naturaleza) que consiste, precisamente, en cuestionar esa relación de poder. Se trata del anarquismo que, sin negar la evidencia del poder del hombre sobre el hombre, propone anularlo mediante un sistema de organización social acrática.

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