José Manuel Cansino
Una ojeada a la historia de la Hacienda española evidencia bien a las claras los problemas tradicionales de las cuentas municipales. Una persistente insuficiencia en sus ingresos ha hecho de los ayuntamientos una secular fuente de desequilibrios presupuestarios en los que los consistorios incurrían una y otra vez a sabiendas de que, el gobierno central de turno acababa siempre asumiendo las deudas municipales. Resueltas las cuentas pendientes, el proceso se repetía hasta el nuevo colapso y la nueva indulgencia. No basta, por tanto, con invocar una mayor autonomía municipal. Deben definirse las funciones que les han de ser propias a los ayuntamientos a la par que un sistema de financiación que les permita afrontarlas con la garantía suficiente para prestar servicios de calidad. Esto es lo que hacen la Ley de Bases del Régimen Local y la Ley de Financiación de las Haciendas Locales. He leído muy pocas alternativas a estas leyes, en todo caso, objeciones parciales.