En algo menos de un mes nuestro País parece haber sufrido una transformación, como una especie de catarsis. Una serie de cambios rápidos, prácticamente espontáneos (principalmente para cualquier despistado), han venido a modificar el panorama sociopolítico e institucional de España. El primero fue la lógica aplastante de la abstención en las elecciones europeas del 25-M, al que siguieron, de forma paralela, la caída del bipartidismo imperante durante las tres últimas décadas y la irrupción de fuerzas políticas alternativas que se articulan de manera más natural y orgánica que los aparatos de los grandes partidos del sistema. El que UPyD e IU duplicasen sus resultados electorales no fue tan sonado como el que Ciudadanos obtuviese europarlamentarios o la aparición estelar, con más de un millón doscientos mil votos a sus espaldas, de nuevas formaciones como PODEMOS. La aparición en esta última en el panorama político nacional ha sido objeto de todo tipo de comentarios, chascarrillos y chismes en prácticamente cualquier rincón del solar patrio, desde la charla de bar hasta las más sesudas tertulias radiofónicas y televisivas. Visto lo visto, parece ser que a los aparatos del sistema PPSOE no les ha sentado nada bien el que una parte de los “indignados”, de quienes formaron parte del movimiento 15-M y Democracia Real Ya, hayan conseguido articularse, organizarse y en tiempo casi record llegar a conseguir un respaldo ciudadano considerable. Tal capacidad de respuesta ha roto los esquemas de la casta dominante mucho más que la acusada abstención.