por Jose Eduardo Sánchez

Desde la independencia política (si es que la independencia política existe y si a ella puedo apelar para proclamar mi no militancia en ningún partido).

Desde la izquierda, desde un posicionamiento político inequívocamente de izquierdas… (si es que, todavía, puede reclamarse la pertenencia a una ubicación geográfica que pretende identificarse con la voluntad de transformación profunda y radical de la sociedad, con el compromiso constante con los menos favorecidos y con una ética que hace de la honestidad un valor de pensamiento y acción constante).

Desde la disidencia como reivindicación de la libertad de pensamiento… Ego cogito cogitatum, como desacuerdo intelectual con el actual modus vivendi y con el presente modus operandi.

Desde la rebelión (según el Diccionario de la R.A.E. “sublevación o resistencia ante algo o ante alguien).

Desde el agnosticismo -que no desde el ateísmo- es decir, desde mi no conocimiento de la existencia de Dios pero desde mi profundo respeto por las creencias religiosas de cada individuo, de TODAS las creencias religiosas de TODOS los individuos.

Desde el personalismo humanista como teoría filosófica que comprende al ser humano, su libertad y su felicidad como el valor superior de actuación política.

Desde la resistencia a la alienación tal y como la concebía Carlos Marx, a la explotación del hombre por el hombre, a la pérdida de la autonomía y la libertad de una clase social como consecuencia del sometimiento a la que obliga el poder financiero.

Desde la identificación altermundista, ergo desde la complicidad con múltiples movimientos sociales que a lo largo y ancho de todo el Planeta se oponen, con cualquier medio a su alcance, al pensamiento único neoliberal, a la globalización capitalista, al bienestar de los países más ricos a costa de la miseria de los países más pobres, al enriquecimiento ilícito de las grandes multinacionales, a la precarización del trabajo y a un modelo de desarrollo económico injusto e insostenible.

Desde la convicción de que "Otro mundo es posible", desde mi modesta pero comprometida colaboración con el Foro Social Mundial y con la divulgación de sus cometidos y también desde la plena identificación con lo que Carlos Roldán define como "una vía social transversal europeísta y a la vez revolucionaria, capaz de vertebrar a todos los sectores desfavorecidos y organizarse de formatransversal desde la necesidad de construcción del Socialismo Posmoderno.

Desde la defensa del comercio justo como opción alternativa de emancipación económica de los hombres y de los pueblos, desde la oposición a las restricciones discriminatorias a productos provenientes de países en vías de desarrollo, desde la obstrucción a los productos procedentes de la explotación de los trabajadores, de la explotación de las mujeres y de la explotación infantil. Desde el ecologismo militante que entiende al Hombre como una parte de la Naturaleza y no como algo separada de ella y que implica un compromiso activo con la salud del ser humano en equilibrio con los ecosistemas naturales. Desde la democracia participativa que exige que para que cualquier acción política tenga valor moral debe emanar de la decisión libre de quien la emprende, que entiende que las personas no han nacido para obedecer sino para decidir por sí mismas por lo cual, aunque la democracia reside en el respeto a las decisiones mayoritarias, deben establecerse los mecanismos necesarios para obtener el respeto y, aún más, para favorecer la participación e involucración institucional de las opciones minoritarias.

Desde la desobediencia civil como quiebra consciente de la legalidad vigente en toda norma o actuación que pese a su legalidad no sea justa, como forma de resistencia moral, como legítima insumisión pacífica pero inquebrantable. Sé que los juristas (o más bien que, que algunos juristas) dirán que esto es, más que una trasgresión de la legalidad, la mismísima destrucción del Estado de Derecho pero, ¿qué es más importante, la legalidad o la justicia?. Un Estado que permite que cualesquiera de sus ciudadanos pierda su empleo, que como consecuencia de ello no pueda hacer frente al pago de su hipoteca, que por ello sea desposeído de su vivienda, que sea desalojado junto con su familia y abandonado a su suerte y que ni si quiera así liquide su deuda con la entidad financiera prestataria, ¿qué razón jurídica puede esgrimirse para impedir la legítima desobediencia civil de este ciudadano?. Un Estado que permite que cinco millones de ciudadanos carezcan de empleo y que existan extensiones de tierra no cultivadas y útiles para el cultivo (aunque sea para el cultivo de consumo familiar), ¿qué razón jurídica puede esgrimirse para impedir la legítima desobediencia civil de ciudadanos dispuestos a trabajar con sus manos unas tierras que no les pertenecen?. Un Estado que incumple su propia Carta Magna que en su Artículo 47 afirma que “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y que los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho…”, ¿qué razón jurídica puede esgrimir para impedir la legítima desobediencia civil de ciudadanos que carecen de vivienda yque ocupan viviendas no habitadas?. Cuando la violación de las leyes son fruto del raciocinio y de un estricto sentido de la justicia, cuando se trata de acciones de carácter civil y pacíficas, cuando no se persigue derrocar a ningún gobierno ni transgredir el ordenamiento legal, cuando desobedecer el cumplimiento de la ley supone un respeto y una defensa de valores morales superiores, una aplicación de la ética democrática y cuando se trata de la necesidad de respuesta extrema del ciudadano ante el abandono por parte del Estado… “ex necessitate”, la desobediencia civil es, más que moral, imprescindible.

Desde todo lo que me une al pensamiento joseantoniano auténtico y a la interpretación progresista y moderna de su doctrina tal lejana de la visión fascista y bravucona, desde unas posiciones muy similares en la concepción del hombre como eje del sistema y dejando de lado las múltiples divergencias y contradicciones que, por supuesto, también las tengo con los legítimos herederos del falangismo.

Desde mi vieja amistad, desde mi profunda admiración intelectual y desde mi respeto político a un dirigente tan notable de Falange Auténtica como es Eduardo López Pascual pido el voto para una opción alternativa, diferente, democrática y honesta. Desde la izquierda, desde la independencia –que no desde la indiferencia-, desde la disidencia, desde la rebelión, desde el agnosticismo, desde el personalismo humanista, desde la resistencia a la alienación, desde el altermundismo, desde el ecologismo pido el voto para FALANGE AUTENTICA… ¿Por qué no?

Falange Auténtica

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