Nos asalta la duda. El gobierno del PP, a través de su vocero en lo social, Eduardo Zaplana, ha conseguido hacer sonreír a los representantes sindicales de CC.OO. y UGT, ofreciendo sustanciales cambios en el decreto de reforma de la cobertura por desempleo.

No es por disgustar a los señores Hidalgo y Méndez, pero dudamos que el motivo esté en la movilización de los trabajadores llevada a cabo por los sindicatos. Ya se convocó y realizó la Huelga General, cuyo desigual seguimiento, no fue en todo caso suficiente para que el Gobierno reculara. Desde entonces la movilización ha continuado, sin que se inmutara el Gobierno y sin que reconociera la posibilidad de reformar la reforma.

Ahora sin embargo lo hace. ¿Por qué será?

Lo cierto es que las reformas de la reforma que anuncia Zaplana no "desnaturalizan el decretazo, pero si le cortan las alas a los cambios en materia de prestaciones y subsidios por desempleo. Los aspectos más duros de esa reforma, los referidos a los salarios de tramitación, la aceptación forzosa de las ofertas de empleo en determinadas circunstancias y la cobertura para el numeroso colectivo de trabajadores fijos discontinuos, serán suavizados y sus consecuencias no serán tan negativas para los trabajadores. Eso opinan los sindicatos y ante su opinión, que consideramos autorizada, nosotros suponemos que así será. No podemos sino aplaudir las consecuencias de este cambio de parecer gubernamental. No era de recibo que el despido se abaratara aún más, eliminando la garantía judicial que suponían los salarios de tramitación. Tampoco era de recibo dar por supuesto que los trabajadores fijos discontinuos sólo tienen necesidades económicas que cubrir, en los periodos en que sus contratos están "en activo. Y por supuesto, resultaba injusto que se amenazara a los trabajadores con rebajar o suprimir sus prestaciones de desempleo en circunstancias en que las ofertas de trabajo de los servicios públicos de empleo mermarán, grandemente, o el poder adquisitivo del trabajador, o su calidad de vida con respecto al nivel adquirido en puestos laborales anteriores. Lo dicho, nos alegramos que se flexibilicen estos aspectos del decreto y afirmamos que toda mejora para los trabajadores es bienvenida por Falange Auténtica.

Pero como decíamos al principio, nos preguntamos por qué hace este gesto el Gobierno y por qué precisamente en este momento. Esta es nuestra suposición: Ya no queda tanto para las elecciones y desde la óptica liberal del Gobierno, cuando aprobó el decretazo, las medidas aprobadas en él, no tendrían consecuencias graves puesto que la tendencia que esperaban en la evolución del empleo era claramente alcista. Hasta ahora no ha reconocido el Gobierno que la creación de empleo está remitiendo y que el crecimiento del que tanto han presumido los responsables económicos del Gobierno ya no es lo que era y peor aun va a ir en un futuro próximo.

Sin embargo este repentino afán negociador del Sr. Zaplana, nos hace pensar que el propio Gobierno ve, por fin, que se avecinan malos tiempos y ante esa realidad se aviene a suavizar las medidas más antisociales de su política, para evitar en lo posible llegar a un proceso electoral, el de la primavera próxima, con un ambiente social crispado y unas centrales obreras en pie de guerra para ventaja electoral del capitalismo de "izquierdas representado por el igualmente liberal PSOE. Creemos que es el interés electoral el que auspicia este cambio de parecer y el hecho de que el PER no sea revisado, algo que perjudica sobre todo a los gobiernos autonómicos del PSOE en Extremadura y en Andalucía, nos reafirma en nuestra opinión de que este cambio viene traído por la posibilidad, que adivina el PP, de perder votos y no por un verdadero interés en paliar el déficit de justicia que consagra el decreto del Gobierno ahora en vías de revisión.

Miedo nos da, que las cosas puedan aún ir peor para las capas más desfavorecidas de la sociedad española, donde los sacrificios siempre se le piden a quien ya esta acostumbrado a sacrificarse, y en la que son indefectiblemente las bases trabajadoras, las que con sus renuncias, sus salarios congelados y sus prestaciones recortadas, los que sacan las castañas del fuego al Ministro de Economía de turno, consiguiendo que las cuentas le cuadren al Estado aunque al tiempo se les pida a las familias humildes que cuadren sus cuentas domésticas, mediante el afamado milagro de los panes y los peces.

Veremos otra vez un nuevo trimestre en el que la banca aumentará sus beneficios, veremos otra vez como las empresas repercuten los costes sociales que ya pensaban que se habían ahorrado con el decreto de reforma del desempleo, en mayores márgenes y por tanto en precios inflacionistas. Y veremos como a principio de año se vuelve a solicitar moderación salarial y flexibilización del mercado laboral.

Todo esto vemos en el anuncio del Gobierno de su intención de negociar el decreto famoso. Ojalá nos equivoquemos.

Y ojalá consigamos que estos manejos políticos del sistema capitalista, puedan abrir los ojos a tantos trabajadores que aún no se han dado cuenta de que la lucha tiene que centrarse en sustituir un sistema que consagra que sea el dinero el que posee los medios de producción, por otro en que sea el trabajo, los trabajadores, quienes puedan considerarse dueños de la capacidad productiva de la nación, así como de la renta que esta capacidad pueda producir. A la vista de la realidad y de la facilidad con que un Gobierno puede jugar con la seguridad económica de miles de familias, sólo por conseguir que el recuento de votos le siga siendo favorable, tendríamos que darnos cuenta, de una vez, de que este régimen económico, tan poco democrático, tan poco falangista, olvida, una vez más, que la economía debe estar al servicio de las personas y no al revés, y que los políticos se deben al bienestar de la sociedad y no lo contrario, como una vez más estamos viendo.