Nuestros lectores habituales quizá recuerden el banner que ilustra estas líneas. FA lo hizo público hace justamente un año. Reflexionando sobre los incendios forestales, recordábamos la tragedia que se llevó por delante varias vidas humanas en Guadalajara en 2005 y la catástrofe natural de gran envergadura que sufrió Galicia en 2006. Y nos preguntábamos qué tierra se vería afectada en 2007 por el fuego, en inevitable concurso con la incompetencia, la imprevisión y la descoordinación administrativa.

 

Lamentablemente, ya tenemos la respuesta. Las Islas Canarias están sufriendo este año la pesadilla de miles de hectáreas calcinadas, de decenas de hogares perdidos y de millares de personas evacuadas cautelarmente en medio de la incertidumbre y la angustia.

Mientras los ciudadanos asistimos consternados a esta tragedia, los políticos vuelven a obsequiarnos con su espectáculo de improvisación, de descontrol, de despreocupación, de echarse en cara responsabilidades unas administraciones a otras.

 

¿Recuerdan todas las propuestas y reflexiones que se hacían hace un año o hace dos? La realidad es que ha llegado otro verano, con él nuevos incendios forestales –en su mayor parte provocados- y la clase política, muy ocupada con las reformas estatutarias, la memoria histórica y otros debates estériles que sólo a ellos interesan, sigue sin hacer los deberes.

 

Nos gustaría que, cuando se produce una emergencia de esta envergadura, las administraciones públicas –local, autonómica, nacional e incluso europea- nos transmitieran la impresión inequívoca de ir todas a una. Que ningún partido perdiera el tiempo –al menos mientras haya incendios que apagar, ya habrá tiempo luego para la reflexión- en pisarle la manguera al otro, en echarse mutuamente en cara sus incompetencias, tan similares por cierto. Que arrimaran todos el hombro de forma coordinada y seria. Nos gustaría que, cada vez que se pone fin a una catástrofe como ésta, hubiera un análisis serio y crítico, una evaluación técnica y profesional a cargo de expertos y sin intereses electoralistas de por medio, que nos llevara a ver qué podemos mejorar, qué política preventiva hemos de desarrollar para otras ocasiones, qué medios precisamos incorporar o aumentar. Nos gustaría que existiera un plan nacional contra las catástrofes y, muy en concreto, contra los incendios forestales, que muchas veces no saben de fronteras territoriales y administrativas. Nos gustaría que los medios de cada uno fueran de todos, pero de forma organizada, con seriedad y con racionalidad.

 

Si nuestros políticos no se conmueven al ver las islas arder entre la impotencia de la mayoría, al ver familias que tienen que dejar su hogar y las pertenencias y el patrimonio de toda su vida, si no son capaces de creer que éstos son los problemas reales que precisan soluciones eficaces, si una vez más no se dan por aludidos, si despachan esto echando balones fuera en dirección al adversario político, si esperan otro año más con los brazos cruzados..., la ciudadanía debería plantearse si no es hora de jubilar con carácter de urgencia a una clase política que no es capaz de estar a la altura de las circunstancias ni ante retos como el que ahora afrontamos en Canarias.