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He leído algunas referencias de José Antonio Primo de Rivera acerca de su simpatía por el nazismo o el fascismo italiano, y sobre la cercanía de la Falange con el resto de fascismos europeos. No sé si es cierto porque en esta página encuentro mucha información que lo contradice y que me hacen pensar que la Falange era un movimiento democrático, diferente, y que la verdadera Falange no se opuso a la República. No obstante, la Falange sí que se posicionó a favor del alzamiento. ¿Podrían explicarme si me equivoco en este planteamiento? De manera resumida, ¿en qué se diferencia el falangismo del fascismo? He leído también que el falangismo busca instaurar una ideología nacionalsindicalista, similar al anarquismo. ¿Cómo quieren instaurar esa sociedad? ¿En qué consisten los cuerpos intermedios? Hace poco que he encontrado esta página y que he descubierto que existe una visión distinta a la socialmente aceptada. ¿Me podrían también recomendar algún libro sobre la ideología falangista? Gracias.

- Pregunta enviada por T.

Las diferencias entre el nacionalsindicalismo y el fascismo ya han sido tratadas en varias ocasiones dentro de esta sección de preguntas. Le rogamos que las revise allí para no incidir sobre la misma cuestión.

La Falange es una realidad que presenta muchas facetas y está sujeta a múltiples interpretaciones pero, en realidad y para mantener el rigor de nuestras palabras, sólo existe una Falange abiertamente democrática desde hace menos de 20 años, coincidiendo con la fundación de nuestro partido Falange Auténtica. 

Respecto a las similitudes con el anarquismo deben tomarse con todas las prevenciones posibles ya que la Falange no propugna la desaparición del Estado sino su reducción a la mínima expresión posible y como garantía de los derechos de los ciudadanos.   

La Falange nunca se opuso a la República. Nunca fue un partido monárquico. Antes bien, se define como un movimiento político republicano. Parafraseando a Manuel Azaña, que fue Presidente de esa Segunda República entre los meses de mayo de 1936 y marzo de 1939, el alzamiento militar se produjo no contra la República en sí sino contra el gobierno ultraizquierdista y revolucionario del Frente Popular. José Antonio, por su parte, hizo lo posible por evitar que el conflicto inicial desembocara en la espantosa guerra fratricida que estalló poco después. Una vez encendida la mecha del polvorín la Falange continuó en su lucha contra el comunismo aunque, esta vez, en los frentes de batalla. Pero en modo alguno su intención fue el derrocamiento de la República o el establecimiento del régimen político del general Franco. Para ahondar en este tema se puede recomendar: GARCÍA TUÑÓN DE AZA, José María: “José Antonio y la República”. Oviedo, TARFE, 1995.

El nacionalsindicalismo debe instaurarse a través de un proceso revolucionario, lo que no quiere significar que deba ser de manera violenta. El terreno de juego será el mercado, la libre competencia. Se trata de proponer a los consumidores unos productos procedentes de empresas éticas, donde los trabajadores son socios y propietarios, que detraen parte de sus beneficios para la generación de nuevos empleos. La Revolución comienza cuando el consumidor prefiera (en igualdad de precio y calidad) estos productos éticos a los que ofrecen las empresas capitalistas; cuando el consumidor prefiera que la ganancia derivada de su compra vaya no a los bolsillos de un inversor privado sino a los de los trabajadores que han hecho posible el bien o servicio adquirido. Lo podríamos resumir como la dicotomía entre la economía capitalista tradicional y la economía ética y social.

Los cuerpos intermedios son los núcleos en los que se vertebra la sociedad civil. En concreto, son todas las clases de asociaciones de personas por motivos profesionales, religiosos, de intereses concretos, culturales, recreativas, etc. Tienen su reverso en otras asociaciones menos transparentes que forman grupos de interés y practican el lobby frente al poder político.

En estos momentos la sociedad europea atraviesa por una época marcadamente individualista, hecho que parece restar relevancia a los cuerpos intermedios. A pesar de ello, y siempre desde nuestro particular punto de vista, es aquí donde se genera el debate y donde nacen las ideas que subyacen a la realidad social. Es aquí donde se forma, crece y sobre todo se expresa la “mentalidad” de la sociedad. Nuestra concepción de la política es que los gobernantes legislen en base a esa información y no a ideologías o estereotipos preformados. Por eso decimos que las cuestiones esenciales son siempre pre-políticas y que este es el ámbito –el social- donde deben plantearse las grandes cuestiones y darse las grandes batallas.

El libro definitivo sobre el nacionalsindicalismo está aún por escribirse pero hay un amplio consenso en considerar que se ha acercado muy dignamente a su estudio: IMATZ, Arnaud: “José Antonio: entre odio y amor”. Barcelona, Áltera, 2005.

 

 

 


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