No era famosa y su muerte no saldrá en los periódicos. Pero, a veces, la gente que no aparece en titulares es la que merece la pena de verdad. En este caso, Adela fue lo más importante que cabe ser en la vida: buena persona.

 

Ha muerto una mujer humilde, afectuosa con todos, una madre de familia, una persona íntegra. A los 67 años, Adela Santamaría Fernández, afiliada de Falange Auténtica en la localidad abulense de El Hoyo de Pinares nos dejó el pasado 31 de julio.

Nunca antes había tenido cargos o actividad política, ni siquiera demasiado interés por la propia política, pero a finales de los ochenta sorprendió a todos cuando decidió afiliarse a Falange. Y no se trató de un impulso momentaneo, sino una toma de postura con la que fue tremendamente coherente desde entonces y hasta sus últimos días. Sin formación política previa, se guió por su intuición, porque conectaba con quienes defendían una España unida y libre, una justicia social para todas las personas, quienes día a día daban ejemplo de servicio cotidiano a su pueblo.... Y ella quiso ser una más en ese proyecto, quiso estar codo con codo con esa gente por cuya labor sentía sincera simpatía.

 

No faltaba a ninguna actividad, fuera pública o interna, era una mujer cumplidora y de una gran tenacidad. Incluso cuando ya su estado de salud le suponía un serio impedimento, salía al anochecer de casa para participar en las reuniones del partido y dejar expresa constancia de su compromiso. Se retiraba pronto, pero quería dejar claro que "estaba ahí, con los suyos, algo de lo que tenían sobrada certeza.

 

Nunca dejó de dar la cara públicamente por su identidad política y siempre se prestó a ser candidata de Falange Auténtica en cada convocatoria electoral. Su último servicio fue justamente ése, cuando ya con un estado de salud muy precario, quiso estar en la lista de las recientes elecciones municipales de 2007 –"donde vosotros me pongáis- para colaborar una vez más en ofrecer una alternativa para su pueblo. Cuando los responsables locales fueron a visitarla para pedirla que firmara la aceptación de candidatura -porque ella no podía ya salir de casa- tenía preparado su DNI y dispuesta una botella para ofrecerles un vaso de vino de la tierra y dejarles claro que hacía días que les esperaba.

 

El miércoles, en la iglesia parroquial de El Hoyo de Pinares y en el cementerio, una impresionante multitud de personas dio su último adiós a una vecina afable y querida por todos. No faltaron en esa cariñosa despedida, claro está, sus camaradas. Cuando se introdujo en el nicho el féretro, sobre el mismo quedaron cinco rosas rojas con el emblema de Falange Auténtica.

 

Para quienes tuvimos la dicha de conocerla de cerca, no será fácil olvidar a esta mujer sencilla y buena que estará, cada día, presente en nuestro afán.


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