Enero una vez más nos trae noticias de dolor. Por el amigo que ha muerto, por el camarada que nos ha alentado, por el ser entero de su magisterio enorme, de su profesionalidad sin mácula, de su periodismo profundo y honesto en una vida completa dedicada al servicio de nuestro País. Ismael Medina Cruz, título e historia de azul, depositario de lealtades irreversibles que nos han marcado a muchos de nosotros, seguidores y partícipes de una esperanza con nombre de Patria, pan y Justicia. Ideales que aprendió en su mocedad de inquietudes sociales, aprendidas en primer paso, en su aventura por la CNT, que fue sin duda simiente para su convicción nacionalsindicalista. Ismael, camarada, compañero de sueños y de hechos, que el camino aunque a veces nos haya separado de orillas, nos daba siempre una dirección  que ha sido compartida.

Había leído tu experiencia vital o tu vital experiencia, que es lo mismo, y pronto percibí tu voluntad comprometida, dando así prueba irreversible de la génesis popular y sindicalista del mensaje propuesto por José Antonio tu guía; intelectual nacido desde la base del Pueblo, analista formado en los despachos humildes de un movimiento con vocación de servicio; y un sentido de exigencia y trabajo que le ha llevado a escribir hasta sus últimos días. Y siempre José Antonio; héroe y mártir en tiempos de compromiso, prototipo en el que Ismael fundó una ética de memoria y de historia; testigo permanente de más de tres cuartos de siglo, recogiendo en discursos, en libros y en artículos de prensa, toda la peripecia social y política de una España que todavía no le gustaba; que todavía no nos gusta.


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Como suele ocurrir, casi siempre se van primero los hombres buenos, los amigos imborrables, los camaradas inolvidables. Y de eso podemos saber mucho quienes fuimos, en esta España que todavía no nos gusta, camaradas de Pascual Sánchez Maiquez, en sus ilusiones y en sus esperanzas. Atravesando tiempos difíciles, soportando mentiras, Pascual desde su honestidad personal y su fiel condición, siempre se mantuvo firme en sus convicciones azules y en sus compromisos insobornables; jamás dudó de su fe y nunca abjuró de su conciencia política.

Porque tuvimos la suerte de conocerlo y admiramos su sentido del honor y la palabra. Amigo y camarada Pascual: a ti el descanso eterno, a nosotros seguir tu ejemplo de español y falangista.

Siempre estarás con nosotros.

Pascual Sanchez

Pascual

Por Francisco Ortiz Lozano

En la noche del 22 de diciembre de 2007, falleció Antonio Romay Martínez, afiliado de Falange Auténtica de Málaga. Había nacido un 5 de julio de 1932. Tenía, pues, 75 años.

Pensar en Romay, para mí, siempre ha significado oír el eco de la palabra fidelidad. Hace muchos años que vengo diciendo, en su presencia o en su ausencia, que era el más fiel de los falangistas.

Sus datos biográficos son sencillos y, al mismo tiempo, grandiosos.

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Por Francisco Ortiz Lozano

Viernes 21.12.07. Ha fallecido José Torres Campano, de 77 años, de Ardales (Málaga).

José nació el 23 de septiembre de 1930 en Ardales. Nieto del humildísimo sacristán José Campano Fernández, asesinado vilmente (y cuando digo vilmente no podéis imaginar qué punto de crueldad alcanzaron las circunstancias de su muerte) a los 66 años, el 3 de agosto de 1936, por los milicianos social-comunistas.

Nuestro José era también sobrino del último de una larga lista de frailes capuchinos de esta villa: Fray Guillermo de Ardales, José Campano Bravo (1899-1985).

José fue jornalero y pasó hambre a manta.

José era el mayor de cinco hermanos, pero como éstos emigraron todos a Alemania y a Cataluña en los sesenta y él se quedó soltero, vivió siempre en la más absoluta soledad. Hacía dieciséis años que no veía a sus hermanos ni sobrinos.

José vivía en la calle Cerrillo, en una casa pequeñita, vieja y tan humilde como su familia; quizás fuese la que conserve la puerta más antigua de todo el pueblo.

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No era famosa y su muerte no saldrá en los periódicos. Pero, a veces, la gente que no aparece en titulares es la que merece la pena de verdad. En este caso, Adela fue lo más importante que cabe ser en la vida: buena persona.

 

Ha muerto una mujer humilde, afectuosa con todos, una madre de familia, una persona íntegra. A los 67 años, Adela Santamaría Fernández, afiliada de Falange Auténtica en la localidad abulense de El Hoyo de Pinares nos dejó el pasado 31 de julio.

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