A quienes piensan que las segundas partes nunca fueron buenas, les recomendaría recrear mentalmente las verónicas compuestas por Antoñete en cada una de sus múltiples y sucesivas reapariciones. Digo esto, porque las dos críticas más normales que hemos recibido desde que nos embarcamos en esta aventura de reiniciar la labor inacabada de la Auténtica han sido esa de que segundas partes no son buenas y eso de que “se han cabreado y han formado una nueva falange”