José María García de Tuñón

Hace pocas fechas en el Foro de Falange Auténtica recomendaba leer a Pío Moa porque de este historiador estábamos debatiendo en ese momento. Esto no quería decir, por supuesto, que no hubiera recomendado a otros historiadores como, por ejemplo, a Paul Preston que siempre ha ignorado sistemáticamente la persecución religiosa española, la más terrible de la Historia de Europa. Ni una alusión tan siquiera a los trece Obispos asesinados, ni a los 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos, ni tampoco las 383 religiosas. Podía haber recomendado también al cadáver histórico Javier Tussel, el gafe de la política española porque todos los partidos en los que ha militado y trabajado han desaparecido del arco parlamentario y del mapa político, que no ha sabido digerir democráticamente las palabras de Pío Moa en el programa de Carlos Dávila emitido por la segunda cadena de TVE. También podía haber recomendado a César Vidal el historiador que, muy posiblemente, peor haya podido tratar a José Antonio hasta tal punto que el profesor Pedro Carlos González Cuevas, que se confiesa no encontrarse entre los admiradores del líder falangista, ha dicho, refiriéndose a lo escrito por Vidal, que nadie es ciento por ciento malo; y, desde luego, tampoco José Antonio.

Pero volvamos a Pío Moa del que acabo de finalizar su libro Los mitos de la guerra civil y en el que bajo mi punto de vista además de equivocarse de página se equivoca en alguna cosa más.

Dice Pío Moa en la página 247 del citado libro y recogiendo lo que en su día escribió Miguel de Unamuno cuando hacía referencia al incidente que hubo el 12 de octubre de 1936 entre el ilustre vasco y el general Millán Astray: "Dije que vencer no es convencer ni conquistar es convertir, que no se oyen sino voces de odio (...). Hubiera oído usted aullar a esos dementes falangistas (el subrayado es mío) azuzados por ese loco y grotesco histrión que es Millán Astray". Esta cita, dice Moa que la toma del libro de Alberto Reig Tapia Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu, señalando la página 295. Pues bien, esa cita no figura en esa página y sí en la 307 del libro de Reig. Por otro lado, Pío Moa haciendo un juicio de valor y de su cosecha dice en la siguiente página de su libro: "Lleno de pesadumbre [Unamuno], se recluyó en su casa, donde falleció el último día de diciembre, siendo enterrado con grandes honores por los falangistas, que antes le habían insultado (el subrayado es mío)". Pues bien, Pío Moa hace caso a las palabras de Miguel de Unamuno y después saca sus propias conclusiones; sin embargo el notario Luis Moure Mariño que como falangista estuvo presente aquel día en el acto en que tuvo lugar el incidente, dice: "...cuando ya el silencio se había interrumpido e imperabas el griterío de los que abucheaban a don Miguel y acompañaban los insultos con gestos amenazadores". Está claro que Moure Mariño en ningún momento se refiere a los falangistas y aunque reconoce que hubo insultos y gestos amenazadores, bien pudieron haber partido de personas que nada tenían que ver con Falange, aunque lo haya dicho el propio Unamuno. Pío Moa tampoco nos cuenta que después del incidente un día se le acercó Victor de la Serna, con uniforme falangista y se fueron paseando hasta el río. Tampoco nos cuenta que otro día se le acercó el falangista Wenceslao González Oliveros para convencerle de que debía ser el padre intelectual de los falangistas. Y ya para terminar, tampoco nos cuenta que en el momento del fallecimiento de Miguel de Unamuno, éste se encontraba en su casa acompañado solamente del falangista Bartolomé Aragón. ¿Fueron estos falangistas los que insultaron a Miguel de Unamuno? Yo no lo creo, aunque lo haya dicho el propio Unamuno y lo recoja, entre otros, Pío Moa.


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