Estábamos tentados de no decir nada... Pero disipemos dudas, pequemos de repetitivos y recordemos una vez más lo que proclama nuestra Declaración de Principios:

"Así, pensamos que la pena de muerte, el aborto, la tortura, la explotación, el racismo, la eutanasia activa, la discriminación por razones de creencia, genero, condición u opción sexual, la violencia doméstica, la violencia sexual y determinadas formas de manipulación genética son conductas que atentan, en distintas medidas, contra el derecho de las personas a una vida digna y deben ser definitivamente erradicadas de nuestra sociedad"

Celebramos de hecho, estos días y siempre, cualquier avance en materia de derechos para colectivos que hayan sido discriminados en el pasado o lo sean aún. Contemplaríamos con agrado un futuro escenario donde la opción sexual de cada cual fuera para todos, como lo es para nosotros, una cuestión personal, irrelevante, que en modo alguno debe afectar a los derechos personales de quienes libremente las ejercen. Ni para bien ni para mal.

Rechazamos las cuotas, porque la única cuota que estableceríamos seria innecesaria por absurda ya que defendemos una cuota del 100% de discriminación positiva para todas las personas. Sobra decirlo pero igual hay que repetirlo, las personas lo son, diversas, diferentes, pero siempre personas con independencia de las esas características diferenciales que tan insistentemente se pretenden enfatizar hoy en día para identificarnos frente a los demás. Mujeres y hombres, heterosexuales o no, que se identifiquen sexualmente de cualquiera de las maneras posibles, son personas y merecen todas el mismo respeto y son sujetos, o deberían serlo, de exactamente los mismos derechos.

Justo es que se haya luchado, y se hayan vencido en gran medida, las actitudes y políticas discriminatorias en nuestra sociedad occidental y justo y necesario es que no se baje nunca la guardia para evitar la denigrante discriminación. Pero también es justo recordar que lo importante es que todas las personas sean reconocidas como tales sin distinción de ningún tipo, celebrando las diferencias pero no haciendo de estas una nueva y moderna forma de dividimos y de enfrentarnos.

Ser quienes somos y respetar como son los demás, es uno de los atributos de la libertad y ésta es una característica que más valoramos los falangistas auténticos. Diversos como somos nosotros mismos y felices de saber que no todos somos iguales, pero sí hemos de ser todos tratados de igual manera en nuestro proyecto colectivo de vida en común.

Talio


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