Eduardo López Pascual

Mucha gente piensa que eso de la política es un puro espectáculo, y además, de los que no dan gusto verlos; de manera que ya hay demasiados escépticos de la cosa pública, e incluso los que no quieren saber nada. Y es que los partidos, agarrados a una cada vez más intolerable utilización de las normas constitucionales, no solo son incapaces de cambiarlas o evitar que se produzcan situaciones absolutamente tortilleras en democracia, sino que muchas veces desembocan en acciones vergonzantes. Y pongamos que hablamos de Madrid; a mí, personalmente, me parece indignante lo que está ocurriendo, y demuestra a las claras que hay muchas perversas ambiciones en juego, mucha basura en muchos bolsillos; ¿para cuando un auténtico estatuto de ética para el diputado, o para el concejal, o para el alcalde?

Uno, que como falangista que lo es, siempre ha defendido una democracia más participativa, más directa, y no exclusiva y excluyentemente por los partidos, justo para evitar el "sí, amo, que supone la superestructura del partido-, asiste como casi todos los españoles al desvergonzado espectáculo que hoy nos dan tanto socialistas como populares; porque en el fondo solo hay intereses; es verdad que en esta ocasión se ha visto el plumero a las gentes de izquierda, (¿existe eso?) incrédulos como estamos ante el esperpéntico compañero Simancas, en una extrañísima operación de querer y no querer, de estar y no estar, de presidenciar o no, en una clara maniobra dilatoria para olvidar la zancadilla de sus diputados Tamayo y Sáez y, de paso, echar todas las culpas al otro. Pero es que sus amigos comunistas – lo de IU es para despistar -, ellos, tan éticos cuando no mandan, naturalmente, insisten pedir al socialista que acepte ser Presidente, aunque sea con los votos de los tránsfugas. Pregunta: ¿ por qué tanto interés; no será porque acarician poder y dinero, según lo que denunciaban los llamados corruptos?

Pero claro, también los del pepé, ponen ojos inquietos, todavía no se sabe muy bien la razón, a no ser que los romerostejadas y compañía, caminen o hayan caminado por alambres demasiados inestables. El espectáculo de la asamblea de Madrid, es de obra de teatro; y si encima nos llenan de querellas, bueno, la cosa se parece a un horrible folletón de los antiguos: odios, dineros, intereses, traiciones y acusaciones que, desde luego, nada favorece a la imagen de una democracia amable y transparente. De modo que a lo mejor, habría que pensar en perfeccionar esta incompleta democracia, y dar posibilidad a que personas honestas, sin obediencias sumisas y con derecho a discrepar, ofrezcan una gestión mucho más libre y por ello honesta y solidaria. Lo que parece necesario y quizá urgente es que nuestra democracia se dote de una vez, de todos los mecanismo legales impedir que elementos como el señor Simancas que, por cierto, fue el que aceptó a esos dos, en sus listas, nos estén tomando el pelo con su sinuosa andadura política, o que algunos ex-alcaldes populares puedan verse involucrados en cualquier operación casera. Y desde luego, recordarles a los comunistas esa frase que se ha hecho ya célebre de la Hoz y... el ladrillo. Que de todo hay en la viña.¡Ah¡ alguna de mi gente, - me gusta ser libre – también hizo disparates y lo denuncio.


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