Somos trabajadores y, porque lo somos, sabemos que el primero de mayo sigue siendo una fecha con un profundo sentido social.
Hartos de ver como avanza imparable el neoliberalismo como formula económica global, no necesitamos ser demasiado avispados para darnos cuenta de que el damnificado de todo este proceso sigue siendo el trabajador.
La mano de obra es el factor económico más despreciado. Los que ofrecen trabajo saben que el trabajador tiene el mal vicio de comer y, en la mayor parte de los casos, incluso de mantener a sus familias. El trabajador depende de su trabajo y por ello las condiciones laborales siguen siendo, en definitiva, resultado de las políticas de intereses de los poseedores del capital, que juegan su baza de manera ventajosa. Y las ventajas son muchas, cada día más.