Si algo tienen de bueno crisis graves como una guerra, un gran terremoto y otras catástrofes de alcances gigantescos para miles o millones de personas, es la oportunidad que tienen después las comunidades afectadas de reconstruir lo dañado, teniendo en cuenta las causas que provocaron el desastre e intentando mejorar el diseño común de la vida futura.
Por tanto la pandemia mundial de COVID19 dará paso, o al menos eso esperamos todos, a una vuelta a, digamos, las antiguas maneras normales de convivencia pero, tras meses de deterioro económico, con la oportunidad de replantearnos, me refiero ahora concretamente a España, unas renovadas maneras que permitan la reconstrucción de la vida laboral de miles de compatriotas en mejores condiciones, no ya de las que estamos sufriendo ahora, sino de las que existían en la “era pre-COVID”, aquel mundo donde el capitalismo liberal estaba (está) arrasando los logros de las condiciones dignas laborales que tantas décadas costaron lograr.
Claro que eso sería así si comenzáramos por renovar la idiosincrasia de la clase política, cosa harto difícil ya que seguiremos padeciendo a los mismos políticos (que a veces nombrados así, nos parecen una especie distinta al resto de la humana) o a otros parecidos.