C. Vara

¿Qué hay detrás de la retirada de la estatua de José Antonio? ¿Qué oscuros motivos han logrado que la propuesta de un concejal se haya llevado a la práctica con una velocidad inusual? ¿Existe alguna motivación para hacer coincidir el derribo de la estatua del fundador de Falange Española con la del dictador Francisco Franco? ¿Tienen algún sentido las declaraciones del promotor de la idea uniendo la figura demolida con "visitas ultraderechistas y neonazis? ¿Parará aquí este gobierno o continuará trasladando a solitarios almacenes otros monolitos, placas y esculturas? ¿Lo próximo será promover la quema de libros o la prohibición de determinadas ideas? ¿Cómo un político se puede permitir el lujo de hablar de libertad, de paz y de respeto a la vez que exige la supresión de un monumento por no estar de acuerdo con las ideas que representa?

Este señor, cuyo partido político mengua a pasos agigantados, pacta, al igual que su formación, para mantenerse en el poder y para seguir teniendo fácil acceso a los medios de comunicación que, sin dudarlo, dan cabida a la primera simpleza que se le ocurre.

El gobierno tapa su desastrosa actuación respecto a puntos vitales de la vida española con espectáculos como el de las estatuas y, de paso, así entretiene y confunde, más si cabe, a este pueblo ya de por sí anestesiado con la televisión y el consumismo.

Estos inútiles, estos aprovechados políticos, estos estériles ciudadanos, estos capados mentales quieren seguir mareando la perdiz. No les vale con tener en su poder o a su favor la banca, los medios de comunicación y a buena parte de la sociedad. Quieren más, quieren pisar, quieren aplastar, quieren demostrar que nadie puede más que ellos, que pasan por encima de quien haga falta y que no les va a parar nadie.

Son tan absurdos que no se dan cuenta de que a nosotros, al igual que a Primo de Rivera, nos sobran los recuerdos, nos importan un bledo los nombres y carecemos de ese afán de notoriedad que ellos ansían día a día. A nosotros, como al fundador de Falange Española, nos mueven las ideas, no los muertos; nos importan las personas, no el poder; nos preocupa la desigualdad, no que haya gente que piense distinto a nosotros; luchamos por la libertad y la verdadera democracia, no por el dinero fácil y la poltrona.

A nosotros y a nuestras ideas no nos tumban con el derribo de la estatua de José Antonio porque nuestro pensamiento va mucho más allá que eso. El mejor reconocimiento que podemos hacer al fundador de Falange Española no es gritar "José Antonio ¡Presente!, es gritar presentes a la justicia social, a la paz, a la libertad, a la igualdad de derechos, a la dignidad del ser humano y a la unidad de España.

Mientras, ellos que sigan con sus homenajes, con sus símbolos, con sus calles y con su manipulación, porque son tan incapaces que no tienen nada más que aportarnos.


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