Por Pedro Conde
"Me cago en la Unificación, esto lo dice en sus Memorias Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno y Ministro de Justicia que fue en gobiernos del General Franco. Sin embargo, no dudó en defender en los orígenes esa unificación, provocando la división entre los carlistas navarros y su organización nacional, a cuyo frente estaba Fal Conde.
Éste fue el gran dilema: ¿unidos para ganar la guerra o separados por las ideas políticas con la posibilidad de perderla? Sin duda, la unidad es siempre una virtud difícil; porque unir partes heterogéneas, incluso opuestas, como monárquicos con antimonárquicos falangistas, como ejemplo del caso, para lograr un objetivo común es empresa de virtuosos. Enfrente, en el bando republicano tenían la muestra anárquica de lo que no debía ser. Pero "¿cómo estar y ser, uncir, unirnos nosotros, los de este bando?, se decían los nacionales. Unificar o unir, he ahí ese dilema de la eterna metafísica de España. Unir por voluntades o unificar por decreto. Lo primero parece la utopía de España; lo segundo, la solución drástica de siempre.