Por Mendelevio.
Estar contra los paraísos fiscales reales (no nominales) es una necesidad de supervivencia social. Expliquemos qué implica esta frase.
Primero hablo de paraísos fiscales reales y no nominales porque los gobiernos, como el español, configuran el catálogo de los paraísos fiscales según les convenga. Pongamos un ejemplo: el nefasto ZP negoció quitar a Panamá de la lista de los países y territorios considerados como tal para que las empresas españolas pudieran pujar en la ampliación del Canal panameño[1]. El final del cuento ha sido el pufo de Sacyr.
Segundo, la existencia de estos paraísos perjudica la justicia y la equidad fiscal en el resto del mundo. Los periodistas que cantan las loas del liberalismo critican la expresión paraísos fiscales, y pretenden sustituirla por infiernos fiscales para el resto del mundo. Analicemos esta mentira interesada. Cuando criticamos a los paraísos fiscales no estamos amenazando la soberanía de estos territorios para establecer la fiscalidad sobre las rentas y riquezas que ellos generan. Estamos criticando que sean un sumidero para evadir impuestos las rentas y riquezas generadas en nuestro País.