Las últimas cifras de la economía española y, lo que también es importante, el pulso de la calle son contundentes a la hora de reflejar la grave recesión por la que atraviesa nuestro País.
En pocos meses hemos pasado de las mentiras preelectorales del PSOE negando la mayor, a las mentiras postelectorales del gobierno ZP proclamando que la culpa de todo la tiene la crisis del sistema financiero de los Estados Unidos y que en España, gracias a su gestión, la sangre no llegaría al río.
Independientemente del patetismo de este gobierno, quizás el peor de toda la etapa democrática que ya es decir, con sus declaraciones, contradeclaraciones, medidas y promesas huecas, es evidente que estos sujetos han vivido cuatro años de rentas tan dudosas como la catástrofe del petrolero Prestige frente a las costas gallegas, la manipulación tendenciosa de la oposición a la invasión de Irak por "nuestros (sus) aliados o de remover los odios que creíamos enterrados de la pasada guerra civil, dando carpetazo al llamado espíritu de la Transición política española y dejando al descubierto con ello el verdadero rostro de la izquierda revanchista.
