El Gobierno del PSOE y sus socios parlamentarios han procedido a cerrar la Comisión Parlamentaria de Investigación del 11-M. Es evidente que los trabajos de esta Comisión no han servido, como los ciudadanos deseábamos, para arrojar una luz definitiva sobre el más dramático atentado de nuestra historia.
Y ello porque las fuerzas parlamentarias no querían averiguar la verdad, sino intentar apuntalar cada una su particular verdad. El Partido Popular tenía como objetivo demostrar que, por parte del PSOE, existió una utilización de estos crímenes para lograr la victoria electoral, aprovechándose de la enorme conmoción popular. El Partido Socialista y sus socios perseguían acreditar que el PP mintió en esos días, que el ejecutivo ocultó los indicios disponibles sobre la autoría o, cuando menos, dosificó convenientemente la información al servicio de sus intereses electorales. Es más que probable que sean verdad ambas cosas y que, como decíamos en esta misma web en los momentos posteriores al atentado, mientras España entera estaba rota por el dolor, las frías calculadoras funcionasen intensamente tanto en Génova como en Ferraz.
Pero, más allá de intentar reforzar estas versiones sobre los comportamientos partidistas que se produjeron entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, ningún partido ha centrado sus esfuerzos, con seriedad, con rigor y con honradez, en conocer qué hubo detrás de esta acción terrorista, qué errores se cometieron y qué medidas han de adoptarse para evitar que se repita un hecho semejante.