Nació el Nacionalsincalismo con la intención de integrar al proletariado en un gran proyecto nacional. Ése es el sentido genuino e inicial de esta ideologia: hacer partícipe en el proyecto de la patria a las masas trabajadoras; resolver el problema de la justicia sin necesidad de arrollar los valores de la cultura y el espíritu, como amenazaba el marxismo.

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Está dispuesto el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, a repartir "píldoras del día después" a cargo del presupuesto municipal. Miles de adolescentes se quedan al borde del abismo tras mantener relaciones sexuales irresponsables. ¿Es la píldora la solución?

Aquí no estamos hablando del uso del preservativo, que ha sido un avance importante en la consecución de una sexualidad más libre. Estamos hablando de interrumpir un proceso vital ya iniciado, y estamos hablando del tradicional cinismo de la derecha. La presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre, dice que en todo caso la financiación debe correr a cargo del Ministerio, no del Ayuntamiento.¡Lávate las manos como Pilatos, no sea que te llamen carcamal!

Para el falangismo auténtico y democrático estas píldoras que Gallardón parece estar dispuesto a tirar desde el mismo balcón del consistorio no contienen más que muerte: la degradación moral de una sociedad que ha convertido la alegre y sana sexualidad en un acto de egoísmo con final trágico para los que menos se lo merecen.

Desde aquí seguimos postulando el talante de la España alegre y faldicorta, y eso incluye una sexualidad vigorosa sin daños a terceros, ni callejones oscuros.

Litio

El falangismo democrático ha obtenido cerca de dos mil votos en las elecciones europeas de este año.

No es demasiado, pero es lo suficiente para no desfallecer, porque esos votos son los únicos que apuestan en España de manera inequivoca por un falangismo refundado, creible y con pulso. El nuestro es un voto joven, atrevido y moderno, tanto como el ombligo al descubierto que se ha convertido en uno de nuestros símbolos más audaces.

 

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Muchos nos preguntan por ahí que es exactamente eso del falangismo. Lo preguntan los espirítus más libres, los que no han claudicado ante la apisonadora del pensamiento único, los que no se conforman con el estereotipo acuñado por la historia.

Nosostros todavia nos afanamos por definir bien el asunto, de una forma gráfica. Es absurdo meterse en demasiadas disquisiciones teóricas, etiquetas complicadas o conceptos ideológicos. Ser falangista es meter en la misma batidora la defensa de la hispanidad de Maeztu y el anarcosindicalismo de Pestaña, pero mi amigo, el que me pregunta por el "ser falangista", no sabe nada de letras. Quiero transmitirle la originalidad de lo nuestro.

"Amigo, el falangismo es un estilo de vida, un talante y una idea de España y el mundo. Un estilo en el que el caballero hispano se viste de mono azul; un talante en el que desde la suprema liberalidad se defienden las raices más hondas de la vida; una idea en la que prima el respeto a la libertad profunda del hombre y el reparto de la riqueza como base de una patria alegre y generosa.

Bien, amigo, el falangista no es de derechas, ni de izquierdas, y es de todo a la vez. En unos asuntos te tachan de derechista, en otros te crucifican por "rojo". Ser falangista es una forma completa de ser ciudadano, una manera revolucionaria de ser patriota, vale?".

Al menos he conseguido despertar la curiosidad de mi amigo.

Litio