Tras escenificar en el debate del Congreso de los Diputados esa imagen –tan grata a Ibarretxe- de pretendido enfrentamiento entre las supuestas aspiraciones del pueblo vasco y la supuesta incomprensión del Gobierno español, el lehendakari vasco convocó elecciones autonómicas, con el objetivo de rentabilizar ese victimismo. Hoy, el laberinto político vasco no sólo no se ha despejado tras esta votación, sino que nos encontramos ante un escenario, si cabe, más complejo.
En cuanto a resultados de los distintos partidos, es obvio que la convocatoria electoral, de tintes plebiscitarios, no le ha salido como pretendía a la coalición PNV-EA, que aspiraba a crecer e incluso a obtener mayoría absoluta y ha sufrido un retroceso.